En nuestras
vidas, olvidamos que lo importante no es cómo es el Universo, sino el por qué
lo vemos como lo vemos.
En nuestra
expansión por esta mota de polvo flotando en el Universo, hay montones de vidas
que han creado este ahora donde existimos, sin saber, cuándo hemos comenzado a
hacerlo.
Investigamos
nuestros orígenes, cuándo y cómo es la aparición y evolución del “homo sapiens”,
bien sea por creación, mutación o por algo que nos llegó del espacio. Lo que
imaginamos es, que cuando comenzamos a expandirnos desde un punto de origen,
encontramos diferentes especies de homínidos, adaptados a las circunstancias y
condiciones de las zonas donde tenían su hogar.
Que dependiendo
del momento, algunos nos comieron o fueron extinguidos, pero en general, nos
acogieron y recibieron nuestras diferencias y enfermedades, con ello ampliaron
sus conocimientos y su sistema inmunológico, preparándose para cambios que
inexorablemente tendrían que afrontar en algún momento, modificando su
genética, la información de la Vida de lugares donde nunca habían ido o pensado
que existían.
No había
en esos momentos el odio o la segregación de lo diferente, probablemente sin
saberlo, vivían con dignidad, respetándose y respetando a los demás, con leyes
que probablemente hoy serían indignas de los derechos humanos.
Es con el
tiempo, que ese respeto que tenían por las tribus vecinas, por sus hogares,
costumbres y formas de vivir, hay un momento, en el que la ambición de alguien
crea la Indignidad, que a partir de ese momento compite con la Dignidad, por
regir nuestra convivencia.
Hemos documentado
a los grandes conquistadores, a los terratenientes, a la nobleza que daba la
posesión de vidas y haciendas a los amigos, momentos, en los que incluso las
vidas primitivas en todos los continentes, se dedicaban a destruir los hogares
de sus vecinos, conquistar sus tierras y tener o vender esclavos.
Habíamos encontrado
la indignidad de lo diferente, de tener héroes porque asesinaban y eran más
fuertes, astutos o capaces de engañar y conquistar tierras que añadir a lo que
llamamos nuestro hogar. No pasando nunca al nacer de la Indignidad, del lugar
donde éramos engañados y separados de nuestra dignidad.
Habíamos conseguido
tener casas donde vivir y prestar servicio al héroe o al poderoso, pero habíamos
perdido la Dignidad necesaria para tener un hogar.
Alguien deseó
en un momento, tener una casa, una tribu, un espacio más grande y simplemente
destruyó al vecino, apoderándose y erigiéndose en dueño, de lo que no era de
nadie, la mariposa había nacido.
Su aleteo
a lo largo de nuestra historia, es lo que tenemos: “Una Sociedad que o
es Indigna o no sabe lo que es la Dignidad”.
Podemos defender
la corrección, lo buenos, lo pacientes, lo empático, o cuantas cualidades podamos
atribuirnos, incluso pensando que somos víctimas de los demás, el viento que
nos rodea es el producido por nuestro aleteo.
Cuando los
vecinos no se respetan incluso en las ausencias, cuando la amistad es el medio de
conseguir las cosas, cuando el amor es lo que recibimos, cuando la Dignidad es
silenciar y no hacer nada por la Verdad y la Justicia, cuando todos nos
quejamos de la falta de valores y la Indignidad social que crea el hambre, la
pobreza, la discriminación, el abuso en todas sus formas, la desigualdad, la
esclavitud a los poderes económicos y Públicos. Quién de nosotros, creería a un
pez que se quejase, de que no puede respirar por la gran cantidad de agua del
océano.
Podemos buscar
una sociedad mejor, dictar leyes grandiosas, crear Dioses que nos obliguen a
ser humanos, obligar a los demás a que vivan según nuestros valores de
perfección.
Nada funciona,
si no somos capaces de encontrar la Dignidad en nosotros.
Ni los
funcionarios, ni los Poderes de todo tipo, ni el pueblo, pueden dejar de
cumplir sus funciones, cualquier dejación, produce lo que tenemos.
Un Universo
nace donde no hay nada, primero tiene que haber unas energías que forman
átomos, donde la energía sigue siendo energía y el átomo, átomo. El átomo se une
a otros y forma planetas y estrellas, donde cada átomo hace su función, cada
estrella solamente es estrella cumpliendo su función de estrella.
No importa
cuántos Universos puedan existir, todo comienza, existe y termina en su
continuación, siendo Vacío, algo que no les impide seguir siendo lo que son,
Universo, estrellas, átomos.
Simplemente,
como decía Confucio, “Cada nombre tiene una función”.
Ser esa
función para ser el nombre, es lo que podríamos llamar Dignidad.
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