Generalmente
resaltamos actitudes y acciones que definimos como positivas.
Miramos el
abrazo como algo que nos hace más humanos, que nos dignifica, al acoger entre
nuestros brazos algo que unimos en nuestro corazón.
Pero hay
que abrazar también para apuñalar por la espalda, al sentirse segura la otra
persona.
Podemos abrazar
nuestras mascotas cuando estamos solitarios o contentos, para desahogarnos con
ellas cuando no, ignorándolas o abrazándolas con tanta fuerza que las
agobiamos, dañamos o casi ahogamos.
Cerramos los
ojos en muchas cosas que emocionan o que sentimos profundamente, pero las
emociones son positivas o negativas, con lo que a veces cerramos los ojos
cuando besamos con amor, o cuando besamos para vender con un beso.
Podemos
sentir compasión por los demás por amor o esperando la recompensa o que nos lo
devuelvan con intereses.
Incluso cuanto
más amamos, más cerca estamos de odiar. Pues hay gran diferencia entre amar y
Amor.
Consideramos
amigos, a las personas que hacen cosas que nos agradan o nos parecen bien para
nosotros. Pero a veces son personas que quieren que las cuidemos o vivir
nuestra vida. Olvidando muchas veces que nuestra amistad es la que damos más
que la que recibimos.
Y es que
intrínsecamente, no existe algo bueno o malo, todo al ser considerado bueno, se
le añade su mitad de mala.
Es algo
que existe y se manifiesta así en todos los planos de la dualidad, cuando
hacemos, pensamos o sentimos algo, no tiene polaridad, no es intrínsecamente
bueno o malo.
A veces un
mal pensamiento, un deseo malvado, puede ser un desahogo que haga innecesaria
la acción o manifestación.
No hay
nada que nos obligue al mal, tampoco al bien. Es la sociedad y la manifestación
de vida que deseamos la que debe dirigir nuestras acciones. Es nuestra
conciencia, nuestra Dignidad, nuestra Humanidad la que debe de transformar en
acción, la parte positiva de nuestras frustraciones, de nuestra insatisfacción.
Lo malo no
es un mal pensamiento, un sentimiento malo, sino el dejarse dominar por ellos,
porque no es un problema de la Vida, sino el de nuestra humanidad, el de la
Humanidad de la Sociedad de la que somos una parte y toda ella.
Incluso al hacer
el bien, siempre habrá algo que podamos dañar o hacerle el mal. Crear un
fuego para salvar a alguien congelado, daña al árbol, a la hierba, al oxígeno
del aíre, y tantas cosas como tienen que cambiar lo que son para poder darle
vida al ser congelado, o a quien vive gracias a ese sacrificio.
Es precisamente
este sacrificio de la Vida para mantener la Vida, lo que hace que este daño,
este transformarse en cenizas, no sea apuntado en el mal, sino en el Amor.
El Amor,
evita las mitades, funciona desde la Unidad, desde el Vacío de Percepción,
manifestando solamente la Individualidad Positiva.
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