Nos han
dicho tantas veces, lo que hay que luchar y esforzarse para conseguir las cosas
que deseamos. Que para alcanzar algo, hay que desearlo con todas nuestras
fuerzas y esforzarnos para conseguirlo.
La ley del
mínimo esfuerzo, aquella que trata de enseñarnos a vivir sin deseos, es la de
caminar por el Camino Medio, la de que siempre que nos movamos sintamos la
seguridad de que no podemos salirnos de aquí, que por mucho que vivamos, por
mucho que consigamos nunca tendremos ni seremos algo diferente a lo que tenemos
Ahora.
Es el no
movernos para estar en todas partes, del que habla Lao Tse, que sin hacer nada
todo estaba concluido, o tantos otros Maestros que en una actividad continua y
Eterna nunca se movieron, hicieron o cambiaron nada.
Creemos que
para llegar a un sitio hay que desearlo, pero por mucho que nos movamos
pretendiendo llegar “Allí”, nunca podemos salir de
estar “Aquí”.
Por mucho
que nos esforcemos por ser algo, nunca seremos algo diferente a lo que estamos
siendo Ahora.
Pero el Camino
Medio, tiene que incluir ambos extremos para serlo. No es la exclusión del
deseo, dejar de hacer o percibir el cambio lo que nos pide.
En el
movimiento, siempre que posamos el pie o lo mantenemos elevado, estamos Aquí.
Por mucho
que cambiemos, siempre tendremos que ser solamente lo que somos Ahora.
Es la
dirección del movimiento o la acción, o el estar parados o inactivos, lo que
indicará dónde y qué estaremos siendo Ahora, lo que no es cambiable o
negociable.
Solamente hay
un lugar del que no podemos salir, pero tampoco podemos ir: “Aquí”. No es cuestión de lejos o cerca, sino que no podemos
llegar a donde estamos, no podemos ir donde estamos, ni medir la distancia para
saber si estamos cerca o lejos de conseguirlo.
A lo que
no deseamos, no es necesario esforzarse para rechazarlo o huir de ello, porque
es lo que nos llevará a serlo u ocupar ese lugar. No es el rechazo lo que
elimina el deseo, sino la aceptación de una existencia que no nos interesa o
creemos conveniente para nuestro progreso en este ahora.
Es el
deseo lo que imposibilita y aleja lo deseado, pues nunca puede pertenecernos
aquello que deseamos. El propio deseo lo sitúa fuera de nosotros si deseamos
poseerlo o estar en él, o que lo somos, si el deseo es desprendernos de ello.
El Mundo
sin deseo, no existe. La no existencia del deseo, podría indicar que hay un
deseo de no desear.
Pero esos
Mundos de los que nos habla Lao Tse, Shakyamuni, y otros Maestros, en los
cuales no parece existir el: “Deseo, la posesión, el trabajo, el cambio, la
acción, y tantas cosas que nos parece imposible existir sin ellas”, “Ese mundo de: “Paz,
Armonía, Sabiduría, en el Aquí y Ahora”,
comienzan a crearse desde la Aceptación, desde el Amor que nos lleva a ser lo
inevitable: “Lo que somos”. Que permite que
existiendo en el Aquí y Ahora podamos estar en todos los aquí del Infinito, en
todos los ahora de la Eternidad, sin dejar de ser lo que estamos siendo.
No hay hoy
sin ayer o mañana, siendo Hoy el Camino Medio, tiene que incluir sus dos
orillas.
Pero el
Ahora, no es el Camino Medio, sino el Mumonkan, el campo abierto sin barreras,
sin puertas, que siendo infinito solamente hay Campo, sin caminos ni nada que
los pueda transitar.
No es el
deseo lo que nos aleja, sino la falta de aceptación de lo que somos, de lo que
está siendo, que nos dice: “Existes Aquí y Ahora”, donde no hay deseo.
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