La suerte
de nacer en un lugar donde: me dieron, me entregaron, me consagraron a un dios,
me duró un largo tiempo.
Sabía todo
lo que tenía que hacer para agradarle, en la seguridad que todo me sería
devuelto, que él me amaría por el amor que le daba, que un día cuando llegase
el final de los tiempos o incluso antes, viviría en un cielo en un Paraíso, en
un lugar donde la Paz y la Felicidad, serían el aíre que se respiraría,
viviendo en su Gracia, en su Perfección sumergidos en Amor.
Pero qué
importa tenerlo todo, qué importa si un día encontrarás todos tus sueños, si
harás realidad todo cuanto has creído y has dudado que pudiese existir tanta
maravilla.
Piensas que
la Vida, Dios, te han dado cuanto tienes y un día me llegó la Duda, porque sentí
que ese Libre Albedrío con el cuál mi Naturaleza se expresaba, lo había
vendido, traicionado para conseguir todas aquellas promesas que el dios que me
habían enseñado, al que me habían entregado, ofrecía.
En ese
momento de tristeza, no pensé tan siquiera en que fuese mentira, que me
hubiesen engañado, que no existiese ese dios. Solamente, sentí que había
traicionado mi Libre Albedrío, mi Naturaleza Original.
Un día
encontré a mi Maestro, nos decía: “Que ya éramos Buda, que incluso sin meditar seguiríamos
siéndolo”.
Cada día podíamos
ver nuestra: “Ignorancia, discriminación, envidias, deseos, separación con
cuanto nos rodeaba, el respeto solo a lo que deseábamos o cuando conseguíamos recompensas
por nuestras acciones”.
Sabíamos que
lo que hacíamos, era solamente por conseguir metas, por ser más de lo que
éramos, mejores y más poderosos o sanos. El esfuerzo de desterrar de nuestras
vidas el dolor, el sufrimiento, alcanzando la felicidad, sin que nos importase
demasiado la ajena o los medios para conseguir lo que deseábamos y sus consecuencias.
Él nos
miraba, nos sonreía y seguía diciendo que éramos Buda.
Un día,
sentí que el Dios que quería, mi Dios, era ese Buda que crea la Felicidad en el
Dolor, que tiene que crear el Nirvana donde existir porque dice que no existe
el Nirvana, que viviendo en la Compasión tampoco existe la Compasión.
Por primera
vez, sembré la semilla de la que tenía que nacer mi Dios. Porque como dijo
tantas veces mi Maestro: “Yo soy Buda”. No está Buda en ti, porque no hay
demás. No puede haber un Buda que cree el Nirvana donde llevarme a existir en
Paz y Felicidad.
Desde mi
Libre Albedrío, soy quien tiene que crear el Cielo donde exista Dios. Soy quien
tiene que crear la Felicidad y la Paz, que nacen del Amor en el que se
manifiesta Dios.
Porque Dios
solamente puede existir, existiendo en mí, cuando mi Manifestación le
manifiesta en cada ahora, es donde mi Maestro me vio siempre, no es la
Meditación, ni la condición, ni acciones o inacciones, lo que me llevarán a
encontrarle.
Es cuando en cada respiración, cada latido, cada ahora en el Aquí Eterno e Infinito, se
manifiesta en mí, cuando Buda nace constantemente siendo el Vacío de mi Yo.
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