No pretendo molestaros

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Yui Shin

martes, 21 de mayo de 2019

MI DIOS

          La suerte de nacer en un lugar donde: me dieron, me entregaron, me consagraron a un dios, me duró un largo tiempo.
          Sabía todo lo que tenía que hacer para agradarle, en la seguridad que todo me sería devuelto, que él me amaría por el amor que le daba, que un día cuando llegase el final de los tiempos o incluso antes, viviría en un cielo en un Paraíso, en un lugar donde la Paz y la Felicidad, serían el aíre que se respiraría, viviendo en su Gracia, en su Perfección sumergidos en Amor.
          Pero qué importa tenerlo todo, qué importa si un día encontrarás todos tus sueños, si harás realidad todo cuanto has creído y has dudado que pudiese existir tanta maravilla.
          Piensas que la Vida, Dios, te han dado cuanto tienes y un día me llegó la Duda, porque sentí que ese Libre Albedrío con el cuál mi Naturaleza se expresaba, lo había vendido, traicionado para conseguir todas aquellas promesas que el dios que me habían enseñado, al que me habían entregado, ofrecía.
          En ese momento de tristeza, no pensé tan siquiera en que fuese mentira, que me hubiesen engañado, que no existiese ese dios. Solamente, sentí que había traicionado mi Libre Albedrío, mi Naturaleza Original.
          Un día encontré a mi Maestro, nos decía: “Que ya éramos Buda, que incluso sin meditar seguiríamos siéndolo”.
          Cada día podíamos ver nuestra: “Ignorancia, discriminación, envidias, deseos, separación con cuanto nos rodeaba, el respeto solo a lo que deseábamos o cuando conseguíamos recompensas por nuestras acciones”.
          Sabíamos que lo que hacíamos, era solamente por conseguir metas, por ser más de lo que éramos, mejores y más poderosos o sanos. El esfuerzo de desterrar de nuestras vidas el dolor, el sufrimiento, alcanzando la felicidad, sin que nos importase demasiado la ajena o los medios para conseguir lo que deseábamos y sus consecuencias.
          Él nos miraba, nos sonreía y seguía diciendo que éramos Buda.
          Un día, sentí que el Dios que quería, mi Dios, era ese Buda que crea la Felicidad en el Dolor, que tiene que crear el Nirvana donde existir porque dice que no existe el Nirvana, que viviendo en la Compasión tampoco existe la Compasión.
          Negó que algo exista realmente, que Todo incluso Buda es solamente Vacío.
          Por primera vez, sembré la semilla de la que tenía que nacer mi Dios. Porque como dijo tantas veces mi Maestro: “Yo soy Buda”. No está Buda en ti, porque no hay demás. No puede haber un Buda que cree el Nirvana donde llevarme a existir en Paz y Felicidad.
          Desde mi Libre Albedrío, soy quien tiene que crear el Cielo donde exista Dios. Soy quien tiene que crear la Felicidad y la Paz, que nacen del Amor en el que se manifiesta Dios.
          Porque Dios solamente puede existir, existiendo en mí, cuando mi Manifestación le manifiesta en cada ahora, es donde mi Maestro me vio siempre, no es la Meditación, ni la condición, ni acciones o inacciones, lo que me llevarán a encontrarle.
          Es cuando en cada respiración, cada latido, cada ahora en el Aquí Eterno e Infinito, se manifiesta en mí, cuando Buda nace constantemente siendo el Vacío de mi Yo.



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