Nuestro
inconformismo es tan grande, ha enraizado tan profundo en nuestro ser, que:
Cuando
estamos bien hacemos todo lo necesario para estar mal.
Cuando estamos
mal, hacemos todo lo que podemos y sabemos, para estar bien, siendo, que por
estar intentándolo seguimos estando mal.
Cuando tenemos
buena salud, sin saber gozarla, abusamos de nuestro cuerpo, emociones y mente,
hasta que nos hundimos en la enfermedad y la miseria.
Cuando estamos
enfermos, tratando de destruir la enfermedad, aumentamos nuestros problemas,
perdemos la felicidad, y si conseguimos matar la enfermedad, hemos destruido la
buena salud, de la “persona enferma”.
Queremos tener
buenos gobiernos, y silenciamos, votamos y protegemos a los gobiernos que malgobiernan,
corruptos, abusando y buscando su propio bienestar y poder. Afortunadamente, suele
dar igual a quien se elige.
El inconformismo,
nos obliga a cambiar, por no aceptar lo que hay.
Lo que nos
impide poder crear algo mejor, pues solamente tenemos eso que hay, para
crearlo.
La persona
enferma goza de la buena salud de su enfermedad. Pues no se puede separar la
persona y lo que determina lo que es.
Los gobiernos
se abastecen de nosotros mismos, pues todos gobernamos en alguna ocasión, en
algún lugar y momento. No habiendo diferencias, entre gobernar un grupo de
amigos, de vecinos o una familia.
Aceptar y
conocer lo que somos, lo que tenemos, lo que hacemos, es lo que permite crear
una sociedad mejor, no por cambiar la que hay, sino por crear lo mejor posible
de lo que tenemos.
Somos seres
humanos, tenemos el Universo, lo que deberíamos hacer es vivir como seres
humanos, en: La Verdad, la Dignidad y la Justicia.
La verdad
de ser una persona enferma, es que podemos transformarla en una persona con la
salud que deseemos. Pues estamos sanos, en la enfermedad y en su ausencia, pues
lo que debe tener la Buena Salud, es la persona.
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