Si no se exaltan, unos principios
deseados,
No habrá envidias entre el pueblo.
Si no se acumula lo innecesario, no
habrá hurtos.
Si no se ostenta de lo que poseemos,
no confundiremos los corazones.
El sabio, por tanto, gobierna sin
deseos
y alimentando su siendo,
fortaleciendo aquello que sostiene.
Si el pueblo no se pierde en el
conocimiento de lo que algo será, ni deseos de lo que no es o tiene,
La mente no puede perturbarse por
nada, ni por nadie.
En la manifestación de lo que es, todo
está bien,
Reinando el orden universal.
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