Es curioso que en todas las filosofías de desarrollo personal, espirituales o religiones, se enseñe la inexistencia del ego o el peligro que representa en cualquier práctica, social o espiritual, para alcanzar las metas humanas o divinas.
En cambio, la mayoría de las
enseñanzas y prácticas, están principalmente dirigidas a curar las
interminables enfermedades del ego. Algo inexistente, algo que enferma el Ser,
que tiene como naturaleza la enfermedad en estado crónico.
A lo largo de los años de practicar
reflexología podal, he intentado que todas las personas que han venido a
terapia sin excepción, practicasen: Estar comiendo a la hora de comer, comer lo
que tienen en el plato, disfrutar de hacerlo, masticar bien y ser conscientes
una vez que saben lo que tienen en la boca si desean tragarlo o no, o si por el
contrario deben de hacerlo. Siendo que lo sólido de los alimentos se relaciona
con la mente.
El mundo emocional se relaciona con
los líquidos, y de ellos sólo el agua me interesa. Un líquido incoloro e insípido,
que no cambia el color o el sabor de las emociones que vivimos. Que forma la
mayor parte de nuestro cuerpo físico y del aprendizaje al vivir.
Para ellos cuando se conocían o eran
familia, les parecía que a todos les digo lo mismo, cuando los médicos para
enfermedades diferentes, les recetan medicinas diferentes. Algo que les hacía
pensar que es sólo palabrería y que no hace nada, haciendo que algunas personas
dudasen de la terapia.
El masaje hace su efecto, es la
medicina que mata o transforma la enfermedad. Pero qué se puede hacer para
quien no deja de producir la enfermedad. No importa que esta cambie, que se
manifieste de forma diferente, al final el destruir una expresión de persona
enferma, no cambia la naturaleza de la persona, no cambia el que sea creador de
enfermedad.
Todo el desarrollo personal y por tanto
nuestras vidas, están dedicadas a que ese desarrollo nos convierta en seres
humanos y que la materia y el espíritu sean las dos piernas que nos muevan por
la Vida, las dos manos que creen el cielo y abracen a Todo cuanto manifieste la
Vida.
Ese al menos es el desarrollo
personal, que encuentro que señalan las filosofías y religiones.
Es el ego el que crea y piensa que
alguien nos creará y llevará a ese Universo. El que nos dice que es el médico
quien curará nuestras enfermedades. Que hay medicinas que destruyen,
transforman y erradican las enfermedades de nuestras vidas.
Somos personas enfermas, que tienen la
fortuna de que hay alguien o algo, que las convertirá en personas sanas,
felices, y carentes de ego. Que seremos llevados a una UCI, donde viviremos
eternamente y sin posibilidad de enfermar o escuchar a ese ego, que necesita
ser creado cada ahora para que nos hable.
En nuestro plato, el único alimento
que sirve a nuestro Ser, es vivir.
Vivir, disfrutar de hacerlo sin mirar
las condiciones, masticar cada instante para aprovechar al máximo nuestras
vivencias, aceptar cada momento sin discriminación, es lo que repone nuestra
energía para ser lo que somos.
El expulsar, el cagar y mear todo lo
que no asimilamos o se convierte en lo que somos, impide que nos envenenemos la
vida y permite alimentarse a todos aquellos que se alimentan de lo que no
necesitamos, puesto que la Vida, no tiene sobras o desperdicio.
En el Plato del Ahora, el único
alimento que nos es presentado es lo que somos. Que no nos puede envenenar, ni
enfermar, donde no cabe el ego que nos contagie de sus enfermedades y que no
existe si no lo creamos y aportamos a nuestro plato como condimento.
No hay mejor cura que no enfermar, ni
mejor medicina que la aceptación de que podemos transformar en lo que deseemos
lo que estamos siendo, pero es lo único que tenemos como alimento, por lo que
hay que disfrutarlo, masticarlo y asimilar lo mejor para crear al nuevo ahora.
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