Pero quién soy yo, para determinar lo
que Dios ha nacido en el corazón de alguien.
Cómo felicitar a alguien por el año
que ha creado, sin saber cómo lo ha utilizado, y lo que ha encontrado en este
año que nos abandona.
Nos llegan unas fiestas, en las que
celebramos el Nacimiento de la Luz, del Amor de Dioses en nuestro corazón, del
Nacimiento del Niño Eterno, que nace al morir el año.
Quién más indicado que nosotros
mismos, para sentir satisfacción no por logros de bienestar y económicos, sino
por aquellos que acercan la Navidad y el comienzo de un sueño, a nuestro Ser, a
nuestros corazones.
Felicitándonos o comprometiéndonos a
cambiar, no en el Año Nuevo, sino en este mismo Ahora, en el que comienza el
año, la vida, nuestro principio.
Por lo que no me atrevo a felicitar a
nadie, sólo desear que vuestro hacer me ayude a cumplir con mis
responsabilidades para con la Vida, con la Navidad, con la conclusión y
comienzo de cada Ahora.
Por lo que me limitaré, a felicitar a
la Navidad al Nuevo Año y agradecer al que se va, por recordarnos que la Luz
puede nacer en cualquier momento, que no hay nada que termine sin un nuevo
comienzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario