Hemos buscado desesperadamente, a algo
o alguien a quien responsabilizar de nuestras vidas, de nuestra sociedad, de
nuestro fracaso como Humanidad. O no tenemos lo que necesitamos o somos
boicoteados en nuestro hacer, o alguien se dedica a destruir y hacer fracasar
nuestros esfuerzos.
La pobre Luna, flotando en un Universo
Infinito, rodeada de seres más grandes que ella, que a veces se alejan
pareciendo que la quieren abandonar a su suerte, otras acercándose
amenazadoramente. Produce un baile armónico, en el que todos y todas,
permanecen flotando sin caerse o despeñarse, en ese Vacío que parece no tener
fin.
Los frenos que tienen que detener el
vehículo, sin saber cuál será el esfuerzo que tendrá que realizar, sin tener la
seguridad de si podrá detenerlo, realizando la función que le ha sido encomendada.
Todo dependerá de: la velocidad, de si
el terreno es más alto delante o detrás del vehículo, del aíre si es a favor o
en contra de la dirección, de la rugosidad del suelo, de la carga si está bien
o mal sujeta, de los neumáticos, del par del motor, de la firmeza del árbol que
hay delante, de la diferencia de alturas del lugar en el que está y en el que se
detendrá.
Porque no hay una función de ninguna
individualidad, que sea una sinfonía, apenas es una nota, que al no poder ser
comparada, ni tan siquiera sabremos si está bien afinada.
Difícilmente podremos crear música, si
no ponemos todas las funciones en una misma sinfonía, en la que habrá que
armonizar y equilibrar cada nota, para que suene perfectamente como sociedad.
El que una música suene como ruido, no
es responsabilidad de una sola nota, ni tan siquiera de un grupo, no es culpa
del compositor que permite el Libre Albedrío a las notas, no es culpa del oído
que escucha si alguien no decide que es ruido lo que el oído ha escuchado.
Son las notas las que deben ocupar su
sitio, sin invadir el espacio de otra, compartiendo cuando ambas ocupan un
mismo espacio, no pretendiendo sonar más o menos que las demás, sino esforzarse
en la búsqueda de la Armonía.
Porque teniendo cada nota, cada
arpegio su propia función y responsabilidad, lo único que determinará la
corrección en su esfuerzo, no podrá ser determinado por ella, sino por el
sonido de la Sinfonía.
Nunca he tenido responsabilidades en
mi vida, he vivido siendo Yui Shin, y él nunca me ha permitido ser
irresponsable. Me he equivocado, he sido vago en mis funciones, he esperado que
otros hiciesen el trabajo, pero al final, me he sentido responsable de la
Sinfonía.
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