Eran tiempos en los que la iglesia era
otro de los Poderes, en tiempos donde no sólo Dios era el dueño y señor de
nuestras vidas, sino que lo era también: el rey, los nobles, los amos y
cualquiera que no tuviese dignidad, además eran dueños de nuestra hacienda
también.
Es curioso, que cuando el pueblo o alguien
del pueblo, asciende en lo económico, influencia o poder, en lugar de servir y
ayudar a otros, a otros ciudadanos, al pueblo al que pertenece: La Humanidad.
Una vez se alcanza el Poder,
manifestamos nuestra cobardía, nuestros miedos y ambiciones, por medio del
abuso y la violación de los débiles, indefensos o que tienen miedo como quien
alcanza el poder. Unos renuncian a su Dignidad por miedo, los otros manifiestan
su Indignidad por miedo.
La iglesia se ocupaba de controlar a
la gente, al pueblo, en lugar de servirle como Hijo de Dios. Servían a la
iglesia, en lugar de servir a Dios. Se servían en lugar de servir. Usando el
Nombre de Dios en vano.
Acaso, ha cambiado en algo el Poder,
independientemente de cuál.
Antes era dueño de vida y hacienda,
por derecho defendido por la Ley y la Justicia. Justicia que nunca supo de
Dignidad o Justicia, que nunca tuvo en cuenta la Humanidad, porque era lo que
había en esos tiempos.
El Poder, está al servicio del débil,
del pueblo.
Los políticos, los funcionarios, son
servidores del pueblo, pagados por el pueblo para que hagan su función con
Dignidad.
Los Jueces sirven al pueblo,
protegiendo y defendiendo la Justicia, la Verdad, desde la Dignidad que se
presupone debe tener la convivencia Humana.
Al convertirse en Poderes del Gobierno
del pueblo, reaccionan desde el Poder: Miedos, ambiciones, insatisfacción, Indignidad,
les lleva a servirse del pueblo, a abusar y violar al pueblo como camino para
mantener el poder, para no tener que hacer nada, para que los abusados y
violados no reaccionen, sólo hay que seguir atemorizándoles, para que renuncien
a su Dignidad personal, a su Dignidad Humana.
No importa que no se tenga el derecho,
es suficiente que quienes deben de proteger la Justicia y Verdad, derivada de
la Dignidad que se nos presupone, tengan el Poder de los reyes, de disponer de
vida y haciendo del pueblo, con sus decisiones inapelables para quien no tenga
dinero o poder, sirvan a los otros poderes, en lugar de la Verdad y la
Justicia.
Hace siglos, que Sancho y el caballero
de Rocinante, se topaban con la iglesia.
Desde ese momento y anteriormente, no hemos
dejado de toparnos con uno u otro Poder, que disponen de vida y hacienda, de
los renunciantes a su Dignidad, un pueblo que no ha descubierto su humanidad.
Un pueblo que sigue arrastrándose ante
los amigos, familiares y vecinos que por alguna razón alcanzaron el Poder.
El pueblo nutre todo el Poder, de
gentes que con sus miedos y ambiciones, sólo saben conseguir, al no hacerlo por derecho, hacerlo por abuso o violación, arruinar la vida y hacienda del pueblo, quedando la
Indignidad y la aberración de una humanidad, que murió antes de nacer.
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