Hemos leído las reuniones de nobles y
cortesanas de la Edad media y posteriores, donde se bebía, se comía y nadie
recordaba lo que había pasado.
Hoy en día, hemos leído las fiestas de
Playboy, las de algunos poderosos y de las personas con mucho dinero, incluso
visto algunas fotos y películas.
Al final no importa quién organiza la
fiesta, no importa si es hombre o mujer, lo único que si se quiere poner
límites, sabiendo dónde vamos, deberíamos ponerlos antes de ir y decidir si
vamos o no.
El poder tiene, que se puede imponer
el ego y pagar a quien proteste.
Pero el poder, no reside solamente en
el dinero, en la posición, Cleopatra aparte de su inteligencia, tenía según
dicen un buen cuerpo, una cara agraciada y aprendía de sus esclavas y esclavos,
cómo encandilar u obtener de la mayoría de los hombres lo que quería.
Era una técnica, que seguían las
prostitutas acaudaladas de Roma y Grecia, y supongo que de muchas épocas.
Cuando las mujeres han conseguido el
poder económico o de posición por cargo, hay hombres que usan la misma técnica,
para obtener de ellas lo que desean.
Es un intercambio, que ha existido
desde siempre, ofrezco mi cuerpo y lo entrego por un pago. No tiene que ser
dinero o regalos, simplemente se deja usar el cuerpo por la obtención de algo
deseado.
Lo único que debemos tener claro es la
situación, y que hemos expuesto en el escaparate algo que está en venta. Si vamos
a una de esas fiestas, obviamente nuestro cuerpo será usado, pero el precio
puede ser el pedido, el ofrecido o el que impone ese mercado donde nos
vendemos.
Hasta el momento no hay nada que no
esté en la libertad individual. El problema es cuando a veces, queremos
regatear demasiado, exponemos en un escaparate al aíre libre y quien ha estado
regateando lo desea cada vez más, por lo que le hemos enseñado de lo que
vendemos.
Otras porque, una vez que hemos
cobrado, pensamos que podríamos haber obtenido mucho más o simplemente vemos el
medio de obtenerlo.
La Dignidad no se mancilla, por ser
comerciantes, sino por vender algo y querer obtener más de lo pactado. Por no
querer entregarlo cuando hemos llegado a un acuerdo. O por no querer pagar lo
prometido.
La Dignidad es evitar el problema o no
crearlo, porque lo creado no tiene marcha atrás. Es el Respeto, por nosotros y
por los demás. Es el cumplimiento de lo que hemos pactado, de lo que hemos
prometido. A veces es aceptar que podamos cambiar de opinión. Otras es el cumplir
con lo prometido, incluso cuando hemos cambiado de opinión.
Las situaciones son todas diferentes,
pero hay patrones, hay conocimientos históricos de las situaciones donde
decidimos entrar. No podemos ampararnos en nuestra ignorancia, ni satisfacer
nuestra Dignidad mancillada por el aumento o pago de beneficios.
Vender nuestro cuerpo, nuestra alma,
nuestra personalidad, no mancilla nuestra Dignidad, pues a veces carecemos de Ella
o no sabemos lo que es.
Pero no respetarnos o dejar de
respetar a los demás, en cualquier forma o circunstancia, sí la mancilla,
porque no son los demás quienes pueden mancillarla, sino nosotros mismos.
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