Nuestras Leyes, las escribimos o
transmitimos oralmente, para que sean obedecidas y si no, se recibirá un
castigo, que será proporcional a lo que la autoridad crea pertinente.
Las Leyes se imponen, cuando hay una
acción que se cree poco apropiada o que puede crear problemas en la autoridad o
convivencia, que los dirigentes creen la correcta.
Las Leyes llevan cambiando desde el
primer paso de nuestra manifestación, las han ido adaptando a la convivencia
del grupo o tribu y su relación con el entorno y las otras tribus o grupos.
Sacrificios de todo tipo incluidos los humanos, canibalismo, crueldad,
asesinatos, a veces, la única opción era la obediencia a quien tuviese más
poder o era más fuerte o inteligente. No era necesario escribir las Leyes, ni
tan siquiera conocerlas, porque la Ley era Obedecer lo que nos decían.
Hemos ido adaptando las Leyes, no sólo
a lo que necesita el Poder para dirigirnos, sino al tipo de convivencia y al
logro de alimentos, riquezas y servidumbre que unos pocos necesitaban.
Hemos llegado a unos grados de
evolución, incluso pretendemos creer que hemos alcanzado un punto de evolución
humano. Pero las Leyes siguen tratando de imponernos y obligarnos a tener una
convivencia en la que el Poder, consiga lo que ha Programado. Su único medio de
conseguirlo es por medio del pueblo, por tanto es quien debe ser controlado y
obligado a ir por el camino que materialice lo que se pretende.
Pocas veces, por al menos pensar que
ha habido en algún momento, un Poder que sirviese al pueblo, el Pueblo tampoco ha sido
servido en su humanización por el Poder. Pocas veces la Ley ha tratado de
conseguir una convivencia humana, o dentro de la Justicia.
En nuestros días, cuando lo que más se
nos recuerda es que tenemos Derechos, protegidos por el Poder, para que alcancemos
la felicidad y la dignidad. Es cuando las Leyes protegen más a los infractores
que a las víctimas, cuando el Poder infringe todas sus Leyes, protegido por sus
Derechos y la interpretación de las Leyes que les conviene, y si no las cambia,
para que les protejan.
La culpa y responsabilidad es del
pueblo, que es quien proporciona, a quienes dictan, protegen, imponen y
defienden las Leyes. Es el que obliga con sus desobediencias y falta de
Dignidad, que las Leyes sean dictadas, para obligar a los más débiles o quienes
amenazan el Poder, a obedecer y vivir dentro de las normas que hay que imponer,
por nuestra falta de humanidad.
La Justicia no proviene de la Ley,
sino de la Dignidad, de la Vida y de la propia relación del Universo con sus
individualidades. En nuestra manifestación es la Dignidad, la Ley que establece
nuestro grado de Humanidad en la convivencia.
Cuanto mayor es el número de Leyes que
hay que imponer, menor es nuestra Dignidad y Humanidad. Cuanto mayor es el
número de Leyes, más lejos de la Justicia estamos, a nivel individual y
colectivo.
Durante milenios, el Poder ha carecido
de humanidad, pero ha tratado de educarnos en la obediencia, para que
sintiéramos nuestra condición humana, al convivir cumpliendo sus leyes. Lo que
hemos alcanzado, es que carecemos de responsabilidad, carecemos de humanidad,
carecemos de conciencia del significado de Justicia, de lo que sería vivir
desde la Dignidad, cegados por los Derechos que nos dicen que tenemos, porque
alguien creará la sociedad que soñamos y asesinamos cada momento de existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario