No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 19 de enero de 2023

LA LEY Y LA JUSTICIA

           Incluso el Universo y la Vida tienen Leyes, en general no están escritas, sólo las llegamos a conocer por las consecuencias. Esas consecuencias, son lo que muestra la Justicia Universal. No hay nada escrito, no hay represalias, no hay castigo, simplemente debemos aprender de los resultados, de las consecuencias de nuestros actos, y la Vida será siempre como nosotros la hemos creado, pues Ella simplemente nos enseña a conocernos a nosotros mismos y nuestra convivencia.

          Nuestras Leyes, las escribimos o transmitimos oralmente, para que sean obedecidas y si no, se recibirá un castigo, que será proporcional a lo que la autoridad crea pertinente.

          Las Leyes se imponen, cuando hay una acción que se cree poco apropiada o que puede crear problemas en la autoridad o convivencia, que los dirigentes creen la correcta.

          Las Leyes llevan cambiando desde el primer paso de nuestra manifestación, las han ido adaptando a la convivencia del grupo o tribu y su relación con el entorno y las otras tribus o grupos. Sacrificios de todo tipo incluidos los humanos, canibalismo, crueldad, asesinatos, a veces, la única opción era la obediencia a quien tuviese más poder o era más fuerte o inteligente. No era necesario escribir las Leyes, ni tan siquiera conocerlas, porque la Ley era Obedecer lo que nos decían.

          Hemos ido adaptando las Leyes, no sólo a lo que necesita el Poder para dirigirnos, sino al tipo de convivencia y al logro de alimentos, riquezas y servidumbre que unos pocos necesitaban.

          Hemos llegado a unos grados de evolución, incluso pretendemos creer que hemos alcanzado un punto de evolución humano. Pero las Leyes siguen tratando de imponernos y obligarnos a tener una convivencia en la que el Poder, consiga lo que ha Programado. Su único medio de conseguirlo es por medio del pueblo, por tanto es quien debe ser controlado y obligado a ir por el camino que materialice lo que se pretende.

          Pocas veces, por al menos pensar que ha habido en algún momento, un Poder que sirviese al pueblo, el Pueblo tampoco ha sido servido en su humanización por el Poder. Pocas veces la Ley ha tratado de conseguir una convivencia humana, o dentro de la Justicia.

          En nuestros días, cuando lo que más se nos recuerda es que tenemos Derechos, protegidos por el Poder, para que alcancemos la felicidad y la dignidad. Es cuando las Leyes protegen más a los infractores que a las víctimas, cuando el Poder infringe todas sus Leyes, protegido por sus Derechos y la interpretación de las Leyes que les conviene, y si no las cambia, para que les protejan.

          La culpa y responsabilidad es del pueblo, que es quien proporciona, a quienes dictan, protegen, imponen y defienden las Leyes. Es el que obliga con sus desobediencias y falta de Dignidad, que las Leyes sean dictadas, para obligar a los más débiles o quienes amenazan el Poder, a obedecer y vivir dentro de las normas que hay que imponer, por nuestra falta de humanidad.

          La Justicia no proviene de la Ley, sino de la Dignidad, de la Vida y de la propia relación del Universo con sus individualidades. En nuestra manifestación es la Dignidad, la Ley que establece nuestro grado de Humanidad en la convivencia.

          Cuanto mayor es el número de Leyes que hay que imponer, menor es nuestra Dignidad y Humanidad. Cuanto mayor es el número de Leyes, más lejos de la Justicia estamos, a nivel individual y colectivo.

          Durante milenios, el Poder ha carecido de humanidad, pero ha tratado de educarnos en la obediencia, para que sintiéramos nuestra condición humana, al convivir cumpliendo sus leyes. Lo que hemos alcanzado, es que carecemos de responsabilidad, carecemos de humanidad, carecemos de conciencia del significado de Justicia, de lo que sería vivir desde la Dignidad, cegados por los Derechos que nos dicen que tenemos, porque alguien creará la sociedad que soñamos y asesinamos cada momento de existencia.



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