No pretendo molestaros

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Yui Shin

jueves, 2 de marzo de 2023

LA VENTANA

           La mayoría de nosotros hemos crecido con la seguridad de que 2x2= 4. Algo que nos ha asegurado lo que las cosas son, y que son el nombre que les hemos puesto.

          Pero lo que realmente vemos por la ventana, no puede ser lo mismo, la realidad es que debería ser diferente cada vez que nos asomamos a ella. Algo que nos asegura, la inseguridad de lo que vivimos realmente.

          El Zen dice que no hay puerta, que no hay barrera, la razón es que no hay quien pueda verla o cruzarla. Tampoco hay un lugar donde se pueda ir o que esté separado de otro.

          He comenzado a pasar a Word, el libro, “El Sendero del Mago”, de Deepak Chopra, estoy corrigiendo el capítulo 2, lo que significa que apenas lo he leído.

          El libro trata sobre las enseñanzas de Merlín a Arturo cuando era niño, antes de que este pudiese empuñar la espada, que permanecía en la profundidad de la roca, al no poder ser empuñada por nadie, que consiguiese romper la oscuridad con ella.

          Le obliga a mirar desde la ventana, no importa que no exista realmente, no importa que no haya nada que ver, ni que tan siquiera pudiese asomarse a ella. Le obligaba a mirar, sin importarle si quería, si no le importaba lo que veía, o si le gustaba el mundo que veía desde ella.

          Al mismo tiempo le decía cosas que Arturo no podía entender, y que le llevaban a preguntarse, el por qué había permanecido con Merlín y permitido que este le criase.

          Porque cómo podría Merlín explicarle lo que veía desde su ventana. No obstante una y otra vez, le explicaba mundos de quimera, de sueños, mitológicos, que obviamente no eran visibles desde la ventana de Arturo, no importa que ambos mirasen siempre desde la misma y única ventana.

          Años y años, de tiempo perdido en pintar cada mañana una ventana desde donde mirar. Obligando a un niño a mirar desde ella, con ojos de adulto.

          Pero un día Arturo, blandió la espada, reunió a los caballeros que soñaban, luchaban y se esforzaban por encontrar aquello a lo que habían dedicado sus vidas: El Reino de Camelot.

          Todos sentados alrededor de una mesa redonda, donde no había cabecera o laterales, donde no había un lugar diferente del otro, pues la mesa estaba en una sala sin muros, sin adornos, o cualquier cosa que hiciese diferente un asiento del otro.

          Todos eran iguales, pero las funciones de cada uno eran diferentes, había quien buscaba el amor, otro la belleza, la paz, la igualdad, todos eran buscadores del sueño, de lo imposible. Sentados alrededor de una mesa, confortando, apoyando, defendiendo al discípulo de Merlín, sus enseñanzas.

          Su responsabilidad, era proteger a los indefensos, a los ignorantes, a los pobres, a los necesitados y a los equivocados, porque todos debían vivir en Camelot.

          Protegerlos de sí mismos, de los abusadores, de los violadores, de la oscuridad y la separación.

          Recordando lo que decía alguien desde hacía varios siglos, un mundo sin Discriminación, sin ambiciones, sin ira, donde el único habitante fuese Buda.



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