Lo que nos han explicado es que el yo
nos impide entrar en el Mundo Espiritual, donde no cabe el egoísmo, ni la
separación. Que la Mente nos lleva a aferrarnos a las cosas y que el deseo y la
percepción errónea de la Realidad, nos confunde e impide el avance hacia el
Mundo Espiritual.
Pero es natural que si vamos a escalar
una montaña, tengamos unas botas adecuadas, a pesar de que lo más cómodo que
tenemos son las zapatillas de estar en casa. Que procuremos ir con un equipo
adecuado y bueno, para la escalada que pretendemos, más algunas cosillas por si
acaso surgen imprevistos.
Según la época en la que escalemos, el
equipo será diferente, pero incluso si vamos en verano, hay que llevar equipamiento
por si por la noche o hay un cambio drástico en la montaña, que cambia las
temperaturas y nos sumerge en el crudo invierno.
De la misma manera, el equipamiento
para escalar la Dualidad, debe ser el adecuado para transitar por ella.
Si debido a las circunstancias
climatológicas, decidimos quedarnos en la cafetería al pie de la montaña,
enviando a las botas y equipo, para alcanzar la cumbre. Incluso si lo
consiguiesen, nosotros seguiríamos estando al pie de la montaña, sin fuerzas,
sin preparación o deseo de alcanzar la meta soñada.
La flexibilidad en la equipación y la
calidad del calzado, permitirán que alcancemos la meta, con el menor esfuerzo
posible. Pero la cumbre tendremos que alcanzarla con todo el equipo y con las
botas.
De la misma manera, alcanzar el Mundo
Espiritual, no puede ser alcanzado sin el yo o la mente. Tendremos que entrar
en Él, con todo el equipamiento que nos permite existir en la Dualidad.
Es la mente, la que ha permitido
percibir y encontrar, la existencia de un Mundo Espiritual, un Dios, una Vida y
un Amor, que son Absolutos. Sin estar equipados con ella, todos esos mundos
soñados, no se habrían encontrado, condenándonos a existir en la Dualidad: Ambición,
ira, envidia, egoísmo, confrontados con sus opuestos en lucha eterna.
La fortaleza de la mente es necesaria,
pero también su flexibilidad para adaptarse a los diferentes ahora en cada
Universo. No convirtiéndola en fuerte y rígida, que llevará a su ruptura y
deterioro, ante el esfuerzo necesario para realizar el sueño.
Siendo todo Uno, sin Dualidad, se
perdería la percepción de existencia, la necesidad del yo, la necesidad de
hacer algo, el poder pensar, al hacerse lo que somos cualquier pensamiento
instantáneamente, no habría percepción de existencia de una mente.
Probablemente en cuanto funcionamiento
nada cambie, pero para no sólo entrar en el Universo Espiritual, sino para Ser
Espíritu, habrá que transmutar el yo y la mente, que portamos hasta entrar en
Él. Desde esa mente que portamos, pensaremos que nos vamos a diluir en el Todo.
Desde el yo percibiremos que desaparece todo lo demás, y nuestro yo se
transforma en Yo.
Es en ese momento, cuando al igual que
Mirdad y otros que escribieron su llegada a ese Universo, sentiremos que caemos
en un precipicio sin fondo, despertando en lo alto de la montaña, desnudos,
desprovistos de yo y mente.
Lo que quedará, no puede ser la
montaña, al no existir el valle. No puede ser el Yo, al no haber demás. No
puede ser la mente, al no haber quien la porte o la percepción de algo externo
o interno que comparar.
Ese estado es lo que en Budismo,
Shakyamuni llamaba Vacío, probablemente la sensación que percibió, cuando entró
en el mundo de la Iluminación, de la Luz, que permite percibir la Realidad,
desde un Yo que no estamos acostumbrados a usar.
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