“Un esfuerzo
por reformar la sociedad que no está unido a un esfuerzo igual por desarrollar
nuestro yo espiritual no puede traer resultados duraderos. Es como intentar
enfriar un cacharro de sopa hirviendo simplemente dándole vueltas, ignorando la
leña que arde debajo.”
Editor: no aplica
Algo que parece complicado, pero que
es simplemente guardar un equilibrio y armonía entre el Yin y el Yang, la
armonización de los opuestos.
Nuestro intento por reformar la
sociedad y con ello nuestra convivencia, ha sido por medio del avance de las
tecnologías, que decimos humaniza nuestros esfuerzos y de leyes e imposiciones
de principios y costumbres dictadas por los poderes de turno.
Algo que en los miles de años que más
o menos conocemos, sólo han servido para que hayan cambiado las formas, pero no
el fondo de nuestra convivencia.
Hemos olvidado el desarrollo
espiritual o de nuestra Humanidad, eso que decimos que es nuestro Ser, nuestro
interior, nuestra Naturaleza o que es nuestra meta ineludible.
Hemos sofisticado las formas y métodos
de abuso y utilización de los demás, hemos mejorado el rendimiento y beneficios
que obtenemos por nuestro esfuerzo o servilismo.
Hemos aprendido que cuando le están
cortando las barbas al vecino, hay que sonreír y ser simpáticos con el barbero,
cumpliendo con el refrán de que en boca cerrada no entran moscas, y sólo
abrirla para alabar la gracia y profesionalidad del barbero al cortar las
barbas de nuestros vecinos, de los demás.
Al final cuando el barbero, carece de
trabajo, siempre recurrirá a nosotros y nuestras barbas, rodeados del silencio
de tanto barbilampiño afeitado.
Y es que no aprendemos en cabeza
ajena, simplemente nos escondemos y sonreímos cuando las desgracias, abuso o
violaciones caen en ellas.
La Parábola es corta, tanto como la
vida y el tiempo que tenemos para aprender a ser lo que decimos ser, hacer lo
que queremos y decimos que debemos hacer: Una sociedad humana, seres
terrestres, habitantes de un mismo cuerpo llamado Tierra. Los creadores de una
civilización que puede estar regida por principios y valores, o por deseos,
ambiciones y beneficios.
El problema no es que tengamos un
cuerpo material, sino que caminemos a la pata coja con él, cargado con nuestro
egoísmo, sin principios humanos, sin valores y sin Dignidad.
Hay que apagar el ego, la ambición, la
ira, la envidia, debajo del puchero si queremos que la sopa de la Vida que
cocinamos, no nos queme.
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