Al final el conflicto para nuestra
convivencia, es que no aprendemos nada, sólo a seguir haciendo lo mismo.
Tenemos tantos libros famosos y leídos
por millones de lectores, que nos hablan de abusadores y diferentes formas de abuso,
que sólo nos sorprende un abuso cuando es noticia, cuando nos recuerdan que
abusar o violar, no deben ser principios naturales de la convivencia humana.
Si fuese una broma, diría que el
problema es el flamenco, donde son importantes los “palmeros”, en la
convivencia también lo son, pero para los abusadores y violadores, porque sin
ellos y su poder, su cobardía les impediría sentirse más poderoso o fuerte que
alguien.
Hoy es en el futbol, donde alguien se
siente tan poderoso, que puede hacer lo que quiera y que todos callen, aplaudan
y hagan culpable a quien él señale. Pero los medios de comunicación nos han
dicho lo que ha pasado, que está mal, que constituye un abuso y todos nos hemos
escandalizado, menos los palmeros, que hasta que no tengan otro a quien aplaudir,
seguirán fieles hasta que le vean caer.
Trump, Ucrania, Libia, Yemen, Taiwán, Tíbet,
hambre, pobreza, cárteles, drogas, desertización, contaminación, y un sinfín
de etc. situaciones que son mantenidas y alimentadas por los palmeros.
Son situaciones de abuso, que
enriquecen o dan poder a alguien, gracias a quienes cogen un arma, dan un voto,
trabajan en oficinas, o hacen que sea posible que el abusador pueda violar los
derechos de millones de personas, que además aplauden a sus violadores, callan
o sonríen, haciendo posible la convivencia que tenemos.
La ambición de cobardes, no es sólo de
los poderosos. Estos no podrían ni se atreverían a mirar a los ojos a alguien
sin los palmeros, que son el verdadero poder de abusadores y violadores.
Seguir a quien se atreve a hacer lo
que nosotros no nos atrevemos: No respetar a los demás, no tener ningún respeto
por sí mismo o por algo. Siendo los palmeros, los que hacen el trabajo y la
intimidación con su número.
Seguimos mirando nuestra sociedad y
convivencia, desde el miedo, tratando de no ver lo que no nos dicen que veamos,
aparentando que hay respeto. Al final viendo, mirando nuestra convivencia,
viendo la situación de nuestra sociedad, donde siguen sucediendo los abusos,
las violaciones, las guerras, el seguidismo al poder, la intimidación y que
nuestras almas son poseídas por el poderoso o el abusador de turno. La pregunta
sería si no seremos de una forma u otra los palmeros eternos.
Porque la solución que buscamos es la
destrucción de los abusadores, mientras les aplaudimos. Pensando que otro poder
los desterrara de nuestra sociedad.
Pero la solución es dejar de ser
palmeros, no abusar nosotros mismos de alguien más débil. Algo que no tiene
nada que ver con ayudarles, incluso a ir donde no quieren, si es lo mejor para
ellos en su humanidad.
La droga del buenismo, de no ver, oír
o decir la verdad, no es la solución. No hay droga que cambie la vida de ser lo
que es, y no es drogándonos sino con nuestro esfuerzo, con lo que dejaremos de
ser palmeros.
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