Cómo sabríamos de nuestra existencia
sin ella.
Cómo sabríamos de la existencia del
Uno o del Absoluto, sin ella.
Cómo podríamos conocer al Espíritu, si
no tuviésemos materia.
Cómo podríamos ser Libres, si no
hubiese un yo y un demás.
Porque no es que exista un ego, lo que
causa los problemas en nuestra convivencia.
No es la materia, ni la mente, ni el
ego, lo que nos lleva al sufrimiento, sin encontrar la realidad de la
Felicidad.
Shakyamuni, nos hablaba de muchas
cosas en un Camino Óctuple, pero al final lo importante era que todas ellas
fuesen correctas, en su entendimiento y ejecución, en un momento y lugar.
No podríamos saber que existimos, sin
un yo que no puede existir sin manifestar un ego, que no tiene existencia
propia. No hay una entidad que controle nuestra vida hacia el egoísmo.
Existe un ego que debería ser usado
para la protección de nuestra individualidad, para que se relacionase
correctamente con las otras individualidades.
Máxime, cuando nuestra conciencia, que
nunca se ha separado de la Consciencia, nos recuerda que no es que seamos
piezas de una Individualidad grande, sino que somos un Todo en Uno, o Absoluto.
Que gracias al ego necesario para manifestarse la Dualidad, nos da la Libertad
de cómo usarlo y manifestar nuestra individualidad, nuestro ego, nuestro yo.
Obviamente, si dejamos que sea el
volante o el ego, quien conduzca y elija el camino y la dirección, no sabremos
dónde nos dirigimos, ni tan siquiera si los accidentes nos permitirán llegar a
un lugar, que no sea aquí en la muerte de ese yo y ego.
Debe ser el conductor, el responsable
de cuidar y dirigir el coche, quien decida el camino, quien elija la dirección,
y sin salirse del Camino de la Humanidad, llegar montado en el coche, al
espíritu.
Nada morirá, si realizamos
correctamente el viaje, no dejaremos de vivir. Sólo seremos Vida, sin necesitar
el yo, la dualidad, la materia o el Espíritu, para que nuestra individualidad
manifieste lo Absoluto.
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