Pero no podemos alcanzar la Verdad, más
allá de la nuestra: Mi verdad.
Es el caminar en la Gran Duda, lo que
nos permite adquirir conocimiento, pero nuestra verdad, requiere también del
amor, del respeto y aceptación de lo que somos.
Hay algo que debemos tener absoluta
seguridad: Nuestra verdad, está equivocada y sólo puede ser parte de la Verdad.
La Gran Duda, se responde con lo que
Es: “Todo cuanto existe en la realidad o en el sueño, es exactamente lo que es
ahora”.
Por lo que la respuesta que se busca,
es: “Que todo es lo que es”, cuando nuestra verdad, sólo puede alcanzar, a que
mostremos lo que somos, con sinceridad y respeto por nosotros mismos, que es
fruto de amarnos.
Obviamente lo que mostramos es lo que
percibimos, lo que puede ser percibido por los demás, no lo que somos
realmente. Por lo que nuestras opiniones sólo alcanzan lo que percibimos
mental, emocional o físicamente, formando parte de nuestra verdad.
Al expresarla, sabemos que está
equivocada o que es solamente parte de la Verdad, pero al mostrar lo que
creemos que pensamos, sentimos o percibimos del Ser, de nuestro vivir, de
nuestro entorno, la sinceridad y que es lo que creemos ser en ese momento, lo
convierte en nuestra verdad.
Nuestra verdad, con toda seguridad
incompleta o equivocada, proviene principalmente, de lo que somos capaces de
percibir a través de nuestra consciencia y conciencia, analizado por nuestra
mente y la percepción de nuestro ser de la consciencia.
Algo que nuestro amor, el respeto por
nosotros mismos y la sinceridad, pueden convertir en: “Nuestra verdad”, la
manifestación de lo que creemos ser en ese ahora.
Transmitir lo que percibe una parte
nuestra, no llega a ser nuestra verdad, pues sólo es una parte la que
manifiesta lo que somos.
La mayor parte de la verdad que
manifestamos es la que proviene de la verdad de nuestro ego, que trata de
prevalecer o engañar a los demás. Lo que la convierte en egoísta e impide que
sea fruto de la Gran Duda.
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