The matter of life and death is great. Time runs quickly; nothing remains; It waits for no man. Wake up!. Don’t waste your time.
Este es el cántico
de cada noche al finalizar la meditación del día y marcharnos a dormir.
Un recuerdo de la muerte, que nos
permite nacer y de la vida que nos permite morir.
Era el final de la actividad del día,
el tiempo de dormir, de descansar, esperando la muerte de la noche y el
nacimiento del día. Porque ningún día podría nacer, sin morir la noche.
Nosotros sólo contemplamos o tememos, la
desaparición de nuestro ego, de nuestro cuerpo, que es lo que hemos considerado cada
día que somos.
Si
la noche temiese a la muerte, no podría nacer el día. Pero al igual que la
oruga acepta morir, para que pueda nacer la mariposa, la noche sueña con
transformarse en día, que sólo puede conseguir entregándose a la Vida.
Es
el morir de las hojas, el que alimenta el nacimiento de las nuevas plantas en
primavera. Es la muerte de la semilla la que permite que nazca la planta. Es la
muerte de la niñez la que permite nacer al joven, al adulto, al anciano. Siendo
la muerte del anciano, la que le permite renacer en la niñez de su hijo.
La
filosofía hindú, tiene a la diosa de la muerte a Shiva, que es conocida también
por la diosa de la Regeneración.
Decimos
que la energía no se crea o se destruye, que sólo se transforma. Hablamos de
reencarnaciones, de vidas paralelas, de tantas cosas que nos permitan soñar con
ser eternos, por la gracia de Dios o por ser energía.
Pero
nos cuesta aceptar, que tiene que desaparecer el pasado para transformarse en
el ahora en el que existimos, vivimos y somos.
No
aceptamos que si no muere o se transforma lo que estamos siendo en este ahora,
no podremos nacer a lo que soñamos ser.
El
tiempo desaparece y no existe en el Ahora, donde vida y muerte se unen y se
transforman en Eternidad.
Tememos
morir, sin darnos cuenta de que no podríamos cambiar, no podríamos nacer, si
desapareciese la muerte.
La
semilla nace cuando muere o descansa la planta. La semilla nacida de una
planta, es la que permite que renazca en una planta nueva, que nacerá si muere
la semilla.
Nuestra
piel muere constantemente, para poder cubrirnos cuando nacemos con un cuerpo
más grande o más pequeño. En nuestro corazón nace un latido y muere, para
producir uno nuevo que nos permita vivir.
Tenemos
por Naturaleza la Eternidad, siempre que permitamos y aceptemos la muerte.
Tsutsushinde Dai Shu ni Mosu; Sho Ji Ji Dai Mu Jo Jin Soku; Onoono Yoroshiku Sei Kaku Subeshi; Tsutsushinde Ho Itsu Naru Koto Nakare.
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