Ha sido el timón de nuestra cultura y
filosofía, tratar de encontrar el centro, sin movernos de los extremos.
Hemos olvidado que desde antiguo se
conoce su inexistencia, se conoce que es algo que no puede encontrarse o usarse
para sustentar o construir una Sociedad o una Convivencia.
Shakyamuni y el budismo, hace miles de
años, nos recordaban que: El Centro de algo, que ellos llamaban Camino Medio,
está o es, el que incluye ambos extremos.
En un río, si le quitamos las orillas,
se convertiría en océano, y si le quitamos las orillas, la Tierra estaría
cubierta de agua, y no podríamos construir cuevas, casas ni carreteras para ir
de un lugar a otro.
Tampoco habría árboles o algo que
flotase para construir islas, por lo que tendríamos que vivir en las nuevas
orillas: la tierra del fondo o en el aíre de la superficie.
No se pueden quitar las orillas,
porque desaparecería lo que vemos desde el centro, desapareciendo también el
centro.
Hemos creado el Poder y el Pueblo,
siendo el Pueblo el centro y el poder las dos orillas, con su polaridad
correspondiente.
El pueblo siendo equidistante, no se
alinea con ninguno de los extremos, sólo los peces nadan entre el centro y la
orilla. Por lo que carece de opinión, de responsabilidad y podríamos decir que
su vivir es en la tormenta de la indiferencia, que origina en el centro,
tormentas que amenazan su Inexistencia.
Cuando el centro trata de acercarse a
una orilla, por supuesto la buena, no puede hacerlo desde su indiferencia o su
irresponsabilidad, por lo que necesita un Poder, que se convierta en Orilla,
que le mantenga en ese lugar de indiferencia que es el centro.
Cuando creemos que el centro es el
lugar correcto, que es el equilibrio, olvidamos que no puede existir si se
quitasen las orillas, que él no tiene existencia propia, que hay que ejercer la
responsabilidad propia, que hay que tener opinión, que hay que aceptar que el
equilibrio está en ejercer el poder individual, incluyendo ambas orillas y actuar
y encontrar el equilibrio en el Camino Óctuple: Actuar responsablemente y sobre
todo esforzarnos por encontrar la forma de hacerlo correctamente.
Esa Corrección, se encuentra en
reconocer que todos somos orillas y centro de nuestra Sociedad, de nuestra
Convivencia, que no se puede encontrar otro equilibrio que el de actuar
correctamente a nivel personal, mediante la Dignidad, la Aceptación y sobre
todo el respeto por los demás y sobre todo por nuestra manifestación como Seres
Humanos.
Si Dios hubiese rodeado el manzano
prohibido, de muchos árboles con magníficos y atrayentes frutos, seguiríamos
viviendo en el Paraíso.
Si dejamos de rodear nuestro vivir, con infinitas frases, que nos recuerdan que somos el centro inexistente de nuestro vivir, si realmente en lugar de buscar, nos dedicásemos a vivir en el Respeto y la Dignidad, aceptando la responsabilidad de ser la Unión de ambas orillas en Una, probablemente crearíamos el Paraíso de Dios.
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