Nuestra filosofía, como todas, tiene
como base la dualidad. Pero en nuestro entendimiento hemos creado dos opuestos
confrontados, cuya unión es imposible y la salida es la destrucción de uno,
dejando el que consideramos bueno, algo que nos divide y confronta, al opinar
diferente como es natural por Ley.
El bien y el mal, la diestra hábil y
la siniestra que no sabe hacer nada, Dios fuente del bien y el diablo como
fuente del mal, Dios como pureza y la Creación como pecado. Pero siempre la
confrontación entre los opuestos, las dos mitades de un Todo.
Matemáticamente es imposible el Mundo
o la Vida que buscamos o tratamos de instaurar. Nuestra filosofía nos ha
llevado a tener cuatro mitades en un Todo.
Hemos solidificado los conceptos,
hemos creado una dualidad en la que las mitades están confrontadas y separadas.
Obviamente, dos mitades separadas tienen un resultado, la existencia de cuatro
mitades, algo que nos lleva a un problema irresoluble. Es el resultado de la
solidificación del término Dios y Diablo, Bien-Mal.
Podríamos haber intentado caminar con
dos piernas, haber recurrido al Concepto de Dualidad oriental, que nos suena a
chino, con unos nombres que no entendemos. Yin y Yang, que nos dicen que son
las dos mitades de cualquier Todo.
El concepto de dualidad basado en el
Yin y el Yang, es más que dúctil, etéreo, pues las mitades son infinitas
siempre, aunque su constante sean dos mitades, como dicen las matemáticas.
Lo que no se puede determinar es qué
mitad es Yin o qué mitad es Yang, tampoco se puede encontrar algo que sea Yang
o Yin solamente. Algo que hace que no exista el bien o el mal, en soledad. Todo
Bien está equilibrado con su mitad Mal. Pensar que las mitades son simétricas
sólo es no conocer lo que dice esa Dualidad.
Podríamos decir, que las mitades se
pueden trazar por cualquier lugar y que el Todo puede ser totalmente irregular
o incluso informe. Porque realmente las mitades se realizan equilibrando al
Todo, no en la mitad.
Respecto al ser Yin o Yang, nuestra
filosofía determina los parámetros que condicionan esas mitades y su polaridad.
Pero que algo sea Yin o Yang, depende de la relación entre las mitades, lo que
hace que nada sea en sí mismo algo, porque lo que determina la polaridad de
algo es su posición, su función y su manifestación en el Todo. Porque nada
puede ser algo, si no tiene función o es parte de ese Todo, cuya mitad es Yin o
Yang, al compararse entre ellas.
Todos tenemos claro lo que es la
izquierda, la derecha, el bien o el mal. Cuando lo positivo es Yang y lo
negativo es Yin, no depende de unos parámetros fijos. La derecha no es respecto
a los ojos, el frente o una orientación, la derecha siempre es la opuesta a lo
que se considera izquierda, en un ahora, desde donde se está observando.
Si alguien me mira desde el frente, mi
derecha está a su izquierda. Pero si me mira desde la espalda, en oriente mi
mano izquierda occidental, se habría convertido en derecha oriental.
Cuando entramos en Conceptos más
complicados, la simpleza oriental, de que todo es según se mire y no algo fijo,
sigue vigente. El Universo es Infinito mirado desde nuestro tamaño, pero no lo
es para el Universo que tiene el tamaño normal, el suyo.
Para que exista un Todo como mitad
Yang, tiene que existir un Vacío que lo acoge, y permite que exista teniendo un
espacio donde manifestarse, como mitad Yin.
El problema es que nuestros conceptos
solidificados, sólo pueden ver el Vacío como la mitad separada del Todo, lo que
hace imposible su existencia, porque sólo vemos el Todo, que podemos ver, oír,
comentar y estudiar.
Somos los monos, parlantes, que oyen
todo sin escuchar y que hablamos sin sentido.
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