Qué fácil es caminar con una sola pierna. No hay dudas, conflictos o necesidad de preguntas, es suficiente con seguir el camino que nos han dicho, totalmente preparado para caminar a la pata coja.
Solemos vivir con una filosofía, que
alguien estableció, como buenamente la entendemos y podemos practicar.
Cuando me choqué con la filosofía
oriental, había salido de casa siendo católico, con más dudas que certezas. En Australia,
sólo en medio del océano, en una isla que era unos 600 metros cuadrados,
leyendo un Nuevo Testamento en inglés, encontré respuestas a muchas preguntas
que tenía.
Al pasar por países asiáticos, algo había
vivido de su filosofía, pero sin aprender realmente de lo que iba.
Es en Japón donde una de las primeras
experiencias de su filosofía, fue el ser golpeado con el kyosaku practicando
Meditación.
Cuando pasado unos años, mi Maestro me
rompió la cabeza en una conversación, no siendo la primera vez que me golpeaba,
fue quizás mi insistencia al argumentar la que originó que la respuesta fuese
fuerte y categórica.
La primera vez que fui golpeado me
pillo de sorpresa, pues no conocía las costumbres. Un americano, que practicaba
zen en América, a la segunda vez que le golpearon, se levantó y se marchó, yo
sin saber por qué aguanté hasta el final.
En un descanso con mi Maestro, fui a
otro templo donde se vivía más relajado, alguien me prestó libros sobre el Zen
(en Bukkokuji nos decían que no leyésemos). Al leer un libro sobre la
experiencia de Rinzai, cuando su Maestro Obaku le golpeó tres veces hasta
dejarle medio muerto, simplemente, le preguntó por la Naturaleza de Buda o
cualquier otra pregunta parecida, recibiendo una paliza como respuesta.
Mi reacción sin saber por qué, fue la
de llorar y reír, quien me había dejado el libro, me preguntó qué me pasaba,
dije que nada, y seguí llorando y riendo sin poder contenerme y sin saber por
qué.
Algo había vivido, algo había sentido,
que tardé años en saber lo que había pasado. Por decir algo que no sea una
respuesta, diré, que probablemente fue cuando comenzó a crecer la otra pierna,
la que me permitió terminar la conversación con mi Maestro, con la cabeza sangrando,
como respuesta que no llegaba a entender completamente, pues sólo era entendida
en mi mente.
Cuando en el monasterio donde estuve
dos años, me abrieron de nuevo la cabeza en una conversación, el traductor se
sintió culpable pensando que se había equivocado, en la mejor traducción que
probablemente tuve.
El caminar con una pierna, nos niega
la Eternidad o lo Absoluto, el caminar con la otra nos niega la Nada o el
Vacío.
Con una podemos retroceder en el
tiempo, con las dos podemos caminar en todas direcciones.
Sin Nada, no podemos visitar algo que
no ha nacido o existe, sólo podemos ir a un pasado que creemos que permanece en
un lugar, marcado por las coordenadas de tiempo-espacio.
Olvidamos que una película, no importa
cuántas veces la pasemos, siempre dura lo mismo y suceden las mismas cosas, que
podemos ver las veces que deseemos.
Pero en la Vida, tenemos que tener la
Eternidad y el Ahora, lo Infinito y la Nada, lo Absoluto y el Vacío para poder
alcanzar la Libertad.
No existen el Yin o el Yang, no existe
la Dualidad, pero si no las aceptamos, nunca alcanzaremos la Libertad o el
Libre Albedrío.
Ser cualquier manifestación que
deseemos, ir a cualquier parte del Universo donde queramos estar, viajar y
existir en el momento y tiempo que deseemos, en una Vida Infinita que llene el
Vacío.
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