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Yui Shin

lunes, 18 de marzo de 2024

ERRADICANDO EL MAL

           La Gran Batalla, desde el principio de los tiempos ha sido nuestra batalla, el motivo al que hemos dedicado nuestro vivir y nuestro sueño de ser: La batalla, la erradicación del Mal, de nuestras vidas.

          Caímos en la dualidad, siendo expulsados del Paraíso, por nuestro propio fracaso de hacer lo correcto, de manifestar lo que se supone que deberíamos ser: Seres humanos, hijos de un Dios en el que solo se manifiesta el Bien.

          Nuestras religiones, nuestras filosofías, nuestros principios han sido siempre el enfrentamiento del Bien y el Mal, nuestro motivo de existir es erradicar el mal.

          Hemos creado las religiones con un dios, que nos enseña y obliga a seguir el bien, si no queremos ser castigados. Filosofías, en las que el principio de humanidad nos lleva a seguir el bien, o ser castigados. Las Leyes, los Poderes, los Principios, todo aquello que hemos encontrado y tratado de imponer en nuestras vidas, ha sido el seguir el bien o la amenaza de ser castigados.

          Las guerras, la caza, los enfrentamientos con los demás, ha sido porque los demás eran los representantes o seguidores y servidores del Mal.

          Pero miles de años después, lo que podemos comprobar, es que la batalla nos ha debilitado, haciendo más fuerte al Mal. Lo que nos ha traído a que aceptamos el mal como algo ineludible de nuestra sociedad, nuestro vivir, de nuestra existencia.

          Nunca hemos comprendido, que el Mal no puede ser erradicado, pues es la otra mitad del Bien. Todavía nos cuesta entender que no importa cuánto nos gusta algo, todo tiene una espalda, un culo, una parte que no podemos ver si miramos la otra mitad.

          Nuestra lucha contra el Mal, nunca ha tenido opciones de victoria. Hemos luchado contra los molinos, contra las sombras, lo que nos lleva al cansancio, al convencimiento que no somos lo suficientemente fuertes para vencer, que nuestra Naturaleza es aquella del fracaso y el querer hacer lo imposible.

          Pero no ha sido culpa de que no podamos erradicar el mal de nuestra manifestación, de nuestro vivir, en lo que hemos estado equivocados ha sido en el método, al no haber comprendido la Naturaleza de la Vida.

          El método más simple, que no requiere ningún esfuerzo, solamente la renuncia de nuestra Libertad. Vivimos como borregos: haciendo, pensando y repitiendo lo que nos dicen, lo que nos enseñan a repetir o porque es lo que dicen que somos.

          Pero no hay opción de Libertad, porque para tenerla, hay que poder elegir al menos entre dos opciones. No podríamos ser buenos, sin poder elegir el Mal y decidir elegir el Bien. Pero eso nos hace los responsables de qué es lo que se manifiesta.

          La Vida es en su Naturaleza Infinita, lo que le confiere la Potencialidad de manifestarse de cualquier manera, polaridad, vibraciones o energías, siendo el Universo el que decide lo que se manifestará al manifestar cada individualidad lo que está siendo en el ahora.

          Siendo que el Mal, no puede ser erradicado o destruido, sí podemos hacer que no tenga opciones de manifestarse, algo que necesita que manifestemos la opción correcta en cada situación.

          Algo que no siendo posible, nos permite continuar, nuestro aprendizaje de la Libertad, decidiendo elegir la opción correcta que debemos hacer y usar, cuando se manifiesta el Mal en nuestro vivir o sociedad, transmutándolo en Bien.

          Lo que no podemos hacer, es impedir que la otra mitad del Bien, siempre sea el Mal.



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