El ejemplo, lo tenemos en el Universo
que nos rodea, que dicen que es tan grande, que es Infinito. Sólo nosotros nos
hemos preguntado, por la parte que percibimos de nuestro yo, incluso tratamos
de responder lo que somos, sumando la parte percibida y la que no podemos
percibir. Algo que casi hemos conseguido, el problema se presenta cuando nos
preguntamos: ¿Quién o qué responderá? Y ¿Qué o quién recibirá la respuesta?.
En un Algo que llamamos: Uno, Dios o
Absoluto, que decimos que es Eterno e Infinito, que llena tanto el espacio, que
no ha quedado ni quedará un solo punto Vacío. Nosotros que nos consideramos
finitos, resultado o creación de ese Algo, que llena Todo, pero nos ha dejado
un espacio donde manifestarnos como Universo, donde casi Todo se dedica a Ser
lo que es, pero nosotros nos preguntamos qué parte de ese Uno finito somos, que
podemos empeorar añadiendo el yo.
Shakyamuni, nos dijo que somos una
parte de lo que llena el Vacío Absoluto. Que habíamos caminado en la Ignorancia
hasta sumergirnos en el Sufrimiento. Que no hay marcas, atributos o algo que
señale a Buda. Que todo es Impermanente, menos la Impermanencia. Que lo único
que somos es fuera del tiempo, en un Ahora Eterno. Que cuando preguntamos, la
respuesta será sobre algo que ha dejado de ser.
Que no hay forma de llegar o conseguir
ser Buda, que no hay respuestas que reflejen la Verdad en la respuesta, pues
pregunta y respuesta, son sólo una misma individualidad, en la que no hay nada,
ni pregunta ni respuesta.
Mi Maestro cuando le pregunté por el
nombre de lo que era yo, me dijo: “Yui Shin (Sólo mente)”. Una Mente fuera del tiempo
y el espacio, fuera del pensamiento o dejar de pensar, fuera del yo o Universo,
sin poder preguntar por Buda o poder convertirme en Él, sin poder alcanzar la
Iluminación que llenase la Ignorancia.
Al preguntarle a Hermes Trimegisto por
la Verdad, cerró fuertemente sus labios. Al preguntarle a mi Maestro por quién
soy, sonrió. Ni tan siquiera me atreví a decirle: ¿Quién soy yo?, pues cargado
con él, con la mirada baja, me habría perdido su sonrisa.
Es todo lo que quedó como respuesta,
una sonrisa: Invisible, nunca mostrada, sin alguien que la mostrase, sin
alguien que la viese, la pregunta siguió flotando, con su respuesta: “Soy una
pregunta”.
Cuando le preguntaron a Buda por la
Iluminación, dijo que no existía y que por tanto no era alcanzable. Cuando le
preguntaron por las marcas y atributos de Buda, dijo que Buda no existe, que
por tanto no tiene marcas o atributos.
Y es que alguien que mirando al Todo,
le pregunta por sus partes, difícilmente puede haber algo preguntando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario