Al ir adquiriendo conocimiento de nuestro entorno, hemos determinado que todo cuanto existe en Él, es interdependiente, células de un mismo organismo, una misma individualidad.
Esa Individualidad, está protegida,
amparada y descansa su existencia en Dios, en cualquiera de ellos que
representa el Amor que tiene como Naturaleza o Espíritu el Amor.
Su contrapeso, su desequilibrio, su
polaridad, su otra mitad, somos nosotros, los que hemos negado la Humanidad a
la Tierra, las células cancerígenas, de esa Individualidad que llamamos
Universo: Social, de convivencia, de hermandad, de amor y Libertad.
Somos el cáncer de nuestro cuerpo la
Tierra, de nuestro Espíritu el Universo, de nuestra meta: Dios. Todos ellos
destruidos en nuestros corazones, sin importar si son reales o tienen
existencia real, porque en cualquier Universo en el que participemos, nuestra
Libertad, nos da la responsabilidad de ser su cáncer o su Dios.
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