Son preguntas simples que a veces nos
señalan errores al contemplar la Vida y sobre todo dónde está nuestra
autoestima.
Obviamente al mirar y ver lo que nos
rodea, podemos estar en un lugar solitario donde no hay nadie, al igual que al
llamar a una puerta, encontramos que no hay nadie, nuestro amigo o familiar, ha
salido. Algo que obviamente puede sucedernos también, si avisamos que vamos a
ir.
Cuando me han preguntado ellos a mí,
mi respuesta siempre ha sido que suelo ir muchas veces sin avisar, pero que nunca
he encontrado que no hubiese nadie. En la argumentación, la explicación ha
sido, que: “Cómo puede no haber nadie, si estoy llamando. O que, si yo entro en
el bar, aparte del camarero o camareros, estaré yo, por lo que el bar no está
vacío”.
Al mirar el Universo, la sociedad,
nuestras vidas, siempre tenemos automatismos desarrollados al vivir. Muchas veces
nos acostumbramos tanto a mirar fuera, que olvidamos nuestra compañía
incondicional, la única que nunca nos dejará ni realmente se sentirá incómoda,
si nosotros no desarrollamos ese sentimiento.
Estar con nosotros mismos, encontrando
felicidad y satisfacción en ello, permitiendo que entre cualquier persona, pues
seguiremos estando acompañados por nosotros mismos y esa felicidad que podemos
sentir, al amarnos y respetarnos, será compartida, incluso si la otra persona
no nos gusta.
Estos automatismos, nos llevan muchas
veces a encontrar vacío solamente cuando no hay algo que percibimos como
presencia, porque somos nosotros mismos el vacío que sentimos. Otras veces, nos
llenamos tanto de nosotros mismos que apenas observamos lo que hay fuera, es lo
demás, sin importar o ser realmente aceptado, sólo lo percibimos como algo
externo a nuestro propio universo.
Ambas actitudes, son el mucho y el
poco, siempre manifestando un desequilibrio. La autoestima, la compañía de uno
mismo, nos pueden traer la felicidad, pero para vivirla, hay que compartirla y
entregarla a cuanto nos rodea, que no es el fuera y tampoco el dentro, que nos
obliga a crear una separación.
El Yin y el Yang, son las dos mitades
opuestas de una misma individualidad, pero ser opuestas es la una en relación a
la otra, en la realidad no hay mitades, ni Yin o Yang y tampoco oposición.
Pero la Individualidad, no puede
percibirse a Sí misma, ninguna de ellas. Puede percibir sus partes, para lo que
necesita la existencia dual. La percepción del Universo, de las partes, depende
exclusivamente de nosotros, que somos los que le damos nombres y decidimos lo
que son y cómo funcionan desde nuestra percepción.
Pero cada individualidad es el SER,
ser lo que está siendo en el Ahora de la Eternidad, no sabe lo que es, no sabe
lo que son el resto de las partes, ni puede percibirlas cuando existe como
Individualidad Absoluta, si es que aceptamos que la Vida, Dios, la Existencia y
todo cuanto consideramos Eterno, es Uno.
Afortunadamente, la Eternidad sólo
puede existir en el Ahora, nacer y morir simultáneamente en cada ahora, donde
realmente no hay donde ir, donde llamar o encontrar compañía, cuando realmente hay
Nadie. Si llamamos o estamos en un lugar vacío, siempre estoy yo.
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