A lo largo de milenios, hemos tratado
de construir nuestra sociedad y relaciones desde la utopía, desde parámetros
imposibles de mantener o ser usados para establecer la Vida que soñamos y
pretendemos vivir.
Nuestra vida de paz, amor, dignidad y
Humanidad, ha estado siempre construida sobre arenas movedizas, que no sólo se
han tragado nuestros esfuerzos, sino que han permitido que crezca la hierba y las
zarzas entre nosotros, llevándonos a la guerra, el odio, la carencia de
autoestima y de principios, todo ello aderezado con la envidia y la
irresponsabilidad.
Desde un principio, hemos soñado con
dioses que controlaban nuestras vidas, con dioses que un día nos llevarían al
Paraíso soñado si éramos obedientes. Cuando nadie ha vuelto para decirnos cómo
era el Paraíso, nos hemos entregado a soñar con alguien que nos crearía Leyes
que permitirían crear el cielo en la Tierra y la Paz en nuestra alma y sociedad.
Para ello, sólo tendríamos que
entregar nuestra alma y Libertad, a esas personas que dirigirían nuestras
vidas, convirtiéndonos en sus marionetas.
Viendo que tampoco esas personas nos
creaban la realidad de nuestros sueños, decidimos confiar en que los demás lo
harían. Que si se lo exigimos serán los demás los que conseguirán que nuestros
sueños se hagan realidad.
Mirando lo que queremos ser, desde
esas perspectivas, hemos llegado a pensar que cambiar nosotros nuestro
Universo, nuestra sociedad, sólo es el sueño de una utopía. Que es algo que
nunca conseguiremos encontrar tras despertar.
Mi utopía es, que creo ser la única
persona a la que puedo exigirle, vivir como ser humano. Mi utopía es, creer que
si yo cambio mi forma de vivir, mi forma de mirar la Vida, cambiará no sólo la Tierra,
sino que lo hará el Universo.
Mi utopía es pensar que si todos nos
acostamos, soñando que alguien cambiará nuestra sociedad y mañana nos
levantamos habiendo cambiado a nosotros mismos solamente, sólo a una persona
que además es nuestra responsabilidad, el sueño sería realidad.
La utopía dejaría de serlo, porque
cambiando una sola persona cada uno, la sociedad sería realmente una Humanidad,
una Dignidad, una Paz, un Amor. No habría que cambiar a nadie, sólo respetarnos
nosotros mismos y ese respeto, no puede nacer si no respetamos a los demás.
El respeto por nosotros mismos y por
los demás, permite la entrada a la Dignidad, respeto por todo lo que es
diferente a nosotros, por todo pensamiento contrario a los nuestros, es
Dignidad. Pero ese respeto, sería el de todos los demás por nosotros y el
nuestro por todos los demás.
La Dignidad es la puerta de la Verdad
y del Amor, y con ellos, sólo puede existir la Justicia del acuerdo de lo mejor
para la mayoría y lo más justo en las confrontaciones.
Eso crearía una sociedad Humana, que
podría vivir en un cielo, que no por serlo carecería de infierno, donde quemar
nuestras faltas y equivocaciones, para aprender a mantener el cielo, donde
utópicamente puede existir: La Tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario