La Verdad Eterna, por definición o por
lo que trato de definir, es la del SER, no como percepción de ser algo, sino la
Naturaleza de Ser, sin percepción o conocimiento de qué se es. Algo que
conlleva el serlo. Sus mitades no pueden separarse, no son opuestas al no existir
algo que las compare. Sin embargo contienen ambas polaridades, siendo
indetectables, pues pueden ser divididas en dos mitades en un número infinito
de lugares, sin poder determinar si una individualidad pertenece a una u otra polaridad,
todas ellas son ambas.
Algo que es imprescindible, para que
el Universo como Mónada, exista dentro de la Naturaleza de la Impermanencia.
Dos individualidades de esta Verdad, al unirse, pueden manifestarse como una u
otra polaridad, dependiendo de las circunstancias, el medio y las condiciones,
pues la manifestación cambiante, no puede nunca desequilibrar al Todo como
manifestación.
La Verdad del Todo Eterno, siempre se
manifiesta como Equilibrio.
Los Maestro, han tratado de explicar esta
Verdad, desde la Consciencia, no por razonamiento o conocimiento de Ella. Pero
es algo que desde hace miles de años, los propios Maestros dijeron que era
imposible, los ocultistas decían que: “El nombre de Dios es impronunciable e
imposible de conocer”. No se referían únicamente a dar un nombre, sino que la
palabra, la razón o el conocimiento, no podrán nunca definir lo que es la
Verdad inherente por Naturaleza en cualquier individualidad, incluida la Eterna
e Infinita de Dios.
Los primeros intentos de la razón, tratando
de encontrar la Verdad Eterna, fue la de percibir que las partes están en el
Todo y el Todo en las partes, que no son diferenciables en su Verdad o
Naturaleza. Por medio del miedo y la gratitud, comenzamos a agradecer a cuanto
nos permitía existir, temiendo aquello que podía destruir nuestra manifestación
como individualidad propia. En ambas circunstancias, encontramos que existían
como manifestación de lo que llamamos Divinidad o Dios.
Encontramos, el agradecimiento al dios
río, al dios bosque, al dios de los animales, de las plantas, del cielo, de las
actividades que ejercíamos, y les agradecíamos su regalo como ayuda a nuestro
vivir. Al mismo tiempo, les ofrecíamos nuestra obediencia y entrega, para que
dejasen de atemorizarnos con su ira, que destruía cuanto habíamos creado y
nuestras propias vidas.
Hemos tratado desde entonces,
encontrar un razonamiento para esa Verdad, que hemos razonado y encerrado en
nuestro conocimiento, dándole nombres y funciones, que hemos catalogado y
registrado como la verdad percibida por nosotros.
Obviamente siendo la Verdad Eterna,
cualquier verdad que percibamos será una que no lo es, pues no puede manifestarse
con palabras, a pesar de que estas también son esa misma Verdad, que siendo
Infinita y Eterna, no puede dejar algo fuera de Ella.
Que es precisamente por lo que no
puede ser definida, conocida, razonada o percibida: No hay nada fuera de Ella,
no hay diferenciación dentro de Ella, siendo siempre Una, su Consciencia es la
del Vacío, manifestada en SER, en un Ahora Eterno.
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