No pretendo molestaros

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Yui Shin

sábado, 1 de noviembre de 2025

LA MUERTE

        Dice el Maestro Kokugon que: “La vida es la total actividad de la vida, la muerte la total actividad de la muerte. Ambas son las actividades del Gran Vacío”.

Hemos tratado de conocer y explicar lo que es la Vida. Han pasado los siglos y los milenios, y todavía a pesar de estar sumergidos en ella, no sabemos realmente lo que es. Obviamente, estar sumergidos en Ella, nos ha impedido tener consciencia de que no podemos sumergirnos en lo que somos, al no poderse manifestar la Dualidad en Ella.

Lo Absoluto, decimos que no tiene Principio ni Final. La Vida lo es, por lo que no puede percibirse a Sí misma, por lo que sólo puede sentirse como Vacío. Es sólo su manifestación la que al percibirse unas individualidades a otras, la que crea la Dualidad.

Es por ello, por lo que la creencia de que estamos sumergidos y rodeados en y por Ella, lo que nos hace oscilar entre sus dos mitades o polaridades: Vida-Muerte.

La Vida no tiene final, por lo que se manifiesta como Eternidad, una eternidad en la que no hay Principio ni final.

Como dice el hinduismo, Shiva más que el dios de la muerte es el de la transformación o el cambio de la manifestación de la Vida. Una energía que no se crea ni se destruye, que sólo se transforma al manifestarse o en su manifestación, como dice el budismo en su Eterna y constante Impermanencia fuera del Ahora.

A pesar de nuestro miedo a morir, la muerte no es la desaparición de algo, sino su transformación en una nueva individualidad. Los valles son ricos y fértiles, gracias a la muerte de la vegetación de las montañas. Todo lo que ha muerto, es precisamente lo que da Vida a lo que nace.

Lo vemos constantemente a nuestro alrededor, pero el miedo a que desaparezca nuestro yo, aquello con lo que nos identificamos como existencia, que es precisamente lo que percibimos en la actividad del vivir manifestando nuestra Realidad de Ser Vida, nos aterroriza.

Nuestro vivir, ha dejado de estar sumergido en la Vida para hacerlo en el deseo y la ambición. Vivimos sólo para obtener algo por ello, para mayor satisfacción de nuestro ego.

Hemos olvidado que como Vida, nuestra existencia en la Eternidad está asegurada. No somos un cuerpo al que mimamos y despreciamos al mismo tiempo, sin el cuál no podríamos sentir el vivir en esta dualidad. Unas emociones que nos llevan a culparlas de nuestros errores y falta de humanidad. Una mente a la que culpamos de nuestras desgracias, porque es la que nos controla.

Son las herramientas que en nuestra evolución hemos obtenido de la Vida, no para satisfacer nuestra ambición y egoísmo, sino para retornar a nuestro origen de ser Vida, por medio de la Humanidad y sobre todo convirtiendo y transformando nuestro corazón, no en sede de egoísmo de amar a aquello que nos ofrece algún tipo de beneficio o satisfacción de nuestros deseos, sino en el Templo del Amor, ese Amor que nos convierte en Amor-Vida.

Es inútil el miedo a vivir, que nos lleva al miedo a su mitad Muerte, vivir es: felicidad, alegría, aceptación, humanidad, Dignidad, que se transforman en Vida. Morir no es desaparecer, sino manifestarnos como Vida.