El equilibrio de ese movimiento,
estaría en el centro de sus extremos, lo que haría un equilibrio en el que no
existe el movimiento, en el que desaparecen los extremos, en el que el tiempo
es inexistente.
Obviamente, no es el péndulo del reloj el que crea estos resultados, sino el de la Vida. Una Vida que en su Eternidad,
sólo manifiesta el Ahora del equilibrio del péndulo, sin que este oscile de un
extremo a otro, pues sus límites o extremos son en el Infinito, que
misteriosamente está incluido en su ahora.
Nosotros percibimos la existencia,
sólo viviendo en la dualidad, una dualidad en la que hemos separado sus
extremos, sus opuestos, al percibir el Mal separado del Bien.
Pero en la Vida no hay separaciones o
extremos, es algo que nosotros necesitamos para crear el ego, siendo este la
separación de los extremos, el yo de los demás, una creencia, sentimiento o
pensamiento como opuesto o contrario a otra de sus manifestaciones.
Decimos que queremos mucho o
demasiado, algo que se situaría en uno de los extremos del péndulo, en el otro
estaría el poco. Lo que nos sería imposible, es determinar cuánto es poco en
una situación o cuánto es mucho.
En el centro de los extremos siempre
está el: Suficiente, lo justo, lo correcto. No importa
lo que pongamos o estemos midiendo en el movimiento, el Centro o Manifestación
de la Vida, siempre será el mismo: Suficiente, Justo y Correcto.
Una buena persona, siempre estaría en
el centro, mientras ser demasiado buena persona o mala, sería siempre
Incorrecto, al situarse en uno de los extremos.
El Mal y el Bien en la Vida, están en
el Centro como Dualidad, algo que modificamos nosotros para crear la dualidad,
situándolos en los extremos.
En el movimiento del tiempo, podemos
mostrar sólo lo incorrecto, tratando de regresar al centro, donde sólo
existiríamos como Manifestación de la Vida que ha regresado a su origen.
Mientras que en el tiempo sólo tratamos de saber lo que somos.
El Centro es la residencia del Amor,
su oscilación entre el amor y el odio o la indiferencia, sólo parará cuando
seamos capaces de amar, algo posible cuando nos amemos realmente a nosotros
mismos, sin mimos, sin deseos, sin tratar de ser algo diferente a lo que
estamos siendo.
Ser lo que somos, es amar lo que
estamos siendo ahora, única materia que tenemos para retornar a casa, a lo que
soñamos que somos como Hijos de un Dios o Su Creación directa. Convirtiéndonos
en los responsables de manifestar Su Amor en la Dualidad y no deseando volver a
existir en un cielo soñado, sino creándolo en nuestra dualidad.
La unión de los extremos, no necesita
la desaparición de ninguno de ellos. La oscilación de la Vida es en el Infinito
y la Eternidad, donde no hay extremos, principio o final.
Sólo es la desaparición del yo y
demás, permitiéndonos mostrar nuestra Naturaleza Verdadera de Amor.

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