Recuerdo mis
días en el colegio y el esfuerzo que necesitaba para aprender gramática. Pasado algún tiempo vino un
profesor nuevo que decía que enseñaba matemáticas y que cuando pretendió que
creyera que “a” era igual que “b” logró que estuviese riendo durante mucho
tiempo. Aún más, decía que hiciera lo que hiciera con ellas u otras letras,
siempre serían igual que “x”.
Aún hoy, no
se qué fue lo que me detuvo de ir al director y decirle la ignorancia del nuevo
profesor.
Hoy en día me
preguntan con cierta frecuencia, si soy creyente, cuando contesto que sí,
quieren saber en qué o qué tipo de creencia tengo. La respuesta casi siempre es
que creo en todo, otras veces digo que en nada que simplemente soy creyente.
Creer en todo
me libera de tener que discutir, al final una célula es todo lo que es, un
montón de células son todo lo que son, un universo, cada individualidad es todo
lo que es. Por eso creo que cada cosa es un todo, algo que no tiene que ser
analizado ni comparado con otra cosa diferente.
En el colegio
leía y me explicaban que Dios era todo, también me decían que existía la
creación, que había paganos, que creían que había otros dioses aparte del Dios
único y más aún, quienes creían que había dioses de la naturaleza: del río, del
bosque, del árbol, etc.
Es ahora,
cuando recordando las tonterías del ignorante profesor de matemáticas (debo
reconocer que en estos años he visto muchas cosas diferentes, que como
resultado han dado esa “x”, y muchas cosas diferentes que han resultado ser
iguales, en cambio nunca he visto dos cosas iguales que sean realmente
iguales), vuelvo a analizar estas cosas, a ese Dios que es todo y esas ideas
paganas.
Como os decía,
siempre he tenido problemas con la gramática, por eso cuando me explicaron que Dios
era todo, entendí que un árbol es todo lo que es y al ser todo también debe de
ser dios, un bosque debe ser dios porque es todo el bosque en el lugar que
ocupa.
Esta es la
razón por la que creo en Todo, cuando algo es todo (“a”), y otros todos (“b”,
“c”, “d”, …), las diferentes operaciones que hagamos para descubrir “x” siempre
nos darán que “x” es Todo. Si pudiésemos poner todas las “x” y operar con ellas
llegaríamos a la conclusión que el resultado lógico tiene que ser: “X”=TODO.
Quizás esa
estupidez del profesor de matemáticas sea el origen de mi viaje a Japón, me
fascinaba, cómo era posible que un ojo estuviese en una cara, la cara en un
cuerpo, el cuerpo hiciese cosas que parecía pensar una mente y desear un
corazón, y que finalmente todas y cada una de esas cosas pudieran ser yo y que
yo no tuviese ni la más remota idea de quién era realmente.
A la pregunta
de: ¿quién soy?, las respuestas fueron muchas, pero el sentimiento de que
todavía las respuestas no están agotadas me lleva a suponer que habría que llegar
al infinito para encontrar la respuesta válida. ¿soy el cuerpo, la mente, la
humanidad, la familia de la que formo parte, que vive en un país, trozo de un
continente en un planeta, perdido en un sistema solar, difícil de situar en un
universo, del que se cree que forma parte de un número infinito de universos
paralelos, ……… …………………..
(a+b-c).k ……………. =
X
a=b=c=k=x = =
= X
Al final,
para poder comprender en mi profunda ignorancia, cosas tan complejas, tuve que
recordar que no importa cuántas cosas existan, cada una en su individualidad
diferenciada, es un todo, un dios, porque cada individualidad forma parte de otra individualidad, que está
integrada en otra mayor y que finalmente llegaríamos a esa individualidad
indiferenciada, absoluta, a ese TODO que está integrado por Todo, y que por
llamarle con un nombre conocido, podríamos llamarle DIOS.
Cuando nos
unimos y no existe la comparación, podemos vivir en una vida no diferenciada,
ser una parte de ese todo, Todo, TODO. En algunos libros he leído que se llama
vivir en el paraíso. También podemos vivir en la comparación, la separación, en
la individualidad discriminatoria. Esto no hará que no formemos parte de ese
TODO en el que yo creo, pero puedo asegurar que la forma de vivir es diferente
a la vida en el paraíso.
Por esta razón más que el nombre de dios me
importa la integración en DIOS, más que ser alguien grande o importante,
prefiero ser una nada en la que incluso yo mismo pueda vivir, ser más Vida que
la vida que vivo. En definitiva ser un TODO que se manifiesta en el todo que
soy.
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