No pretendo molestaros

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Yui Shin

lunes, 30 de diciembre de 2013

BUDDCRIST

          Cuando nació el Buddha como Skakyiamuni, lo hizo en el seno de una familia poderosa y rica. Su destino era ser el emperador de todas las tierras y mares conocidos. En su reino nunca observó, ni le fue permitido acercarse a: la pobreza, la vejez, la enfermedad, ni la muerte. Solamente la felicidad y la alegría estaban permitidas a su alrededor.
          Aún sin ser consciente de ello, no podía encontrar la satisfacción, ni la felicidad, en su vida. Viviendo en una sola polaridad, algo en su interior sentía la ausencia de su otra mitad. Vivió y cumplió como príncipe, casándose y dejando un heredero, se esforzó en encontrar la raíz de su inquietud y pudo observar fuera de su palacio lo que le había sido ocultado: la pobreza, la enfermedad, la vejez y la muerte.
Como resultado de este descubrimiento, sintió en sí mismo el dolor y sufrimiento de la vida; vivió en sus carnes la empatía con todos los seres del universo.
          Lo tenía todo: juventud, poder, riqueza, familia, el amor de cuantos le rodeaban. Su renuncia a poseer todo esto, le llevó a abandonarlo todo y convertirse en un mendicante, castigó su cuerpo y su espíritu en busca de una contestación a su pregunta, “¿De donde nace el sufrimiento?, ¿cuál es su origen?
          Durante años vagó por bosques y maestros en busca de una respuesta, su esfuerzo fue inmenso, estuvo cerca de morir de hambre y de sed, de flagelaciones y sacrificios, intentando encontrar una respuesta.
          Cansado y desesperado por su esfuerzo, se sentó al pie de un árbol sala, su determinación de no levantarse si no alcanzaba la iluminación, permitiendo antes que sus huesos se descarnasen a cejar en su esfuerzo, le llevó a un profundo estado de meditación.
          Cuando se levantó, había dejado de poseer: su reino, su cuerpo y sus huesos descarnados; del lodo de la materia, de la dualidad, había crecido el Loto, durante todo el tiempo, la semilla de la iluminación había estado en el lodo.
          Lo que le había impedido verla es que la había estado buscando, su esfuerzo había sido para conquistarla; tratando de destruir lo que le impedía encontrar la felicidad, no se había dado cuenta que lo que quería quitar, su búsqueda, su esfuerzo, eran en realidad el lodo y la semilla, no había podido verlas, porque él mismo era el Loto.
          Una vez encontrada la respuesta, durante alrededor de cuarenta años, estuvo intentando que los demás también la realizaran, procuró no enseñar nada y como dijo al final de sus días: “¿Por qué me pedís que hable, si en cuarenta años no he pronunciado una sola palabra?”. El corazón no sabe que es corazón, ni que está latiendo, no sabe que es una individualidad, solamente ES y HACE la función que tiene en la vida. El cuerpo no sabe que es un cuerpo, ni que está formado de otras individualidades. Cada uno es simplemente lo que es, ninguno posee al otro, ninguno realiza un trabajo. En libertad, cada uno ES y HACE su función, o lo que es lo mismo no saben, ni hacen, es por ello que estando todos unidos, viven vidas individuales y separadas, Son el Loto. Cuando viven vidas separadas, ninguno de ellos puede vivir, son la semilla en el lodo.

          Jesús nació en la pobreza, sin posesiones, caminó a lo largo de su vida como los pájaros y las flores, siendo alimentado y vestido por su Padre. Su función en la vida, era la de cambiar la ley del “Ojo por Ojo y Diente por Diente”, por la nueva del Amor, “Ama al prójimo como a ti mismo”. Su claridad y altura espiritual le hacían vivir en la seguridad de su origen, era el hijo de la eternidad, de la Vida, de Dios. Sabía que su cuerpo había sido originado por José, pero, ¿Qué es un cuerpo sin Vida?
          Sus palabras de: “El Padre y yo somos uno”, “Antes de que el Padre fuera yo fui”, indican su conocimiento profundo de quién era.
          Alguien que se convierte en padre, lo hace cuando el hijo nace; él sabía de su unidad con el Todo, nunca dijo que los demás no lo fuesen, pero es algo que tiene que ser encontrado a nivel individual. Nada es anterior o posterior en la eternidad, en lo absoluto.
          Su confianza de ser uno con la Vida le permitió vivir sin posesiones, incluso la de sí mismo. La Vida nacida de la Nada, permite que lo que hay pueda ser todo lo que necesitas. No había vino, pero había agua; no había comida para tanta gente, pero había comida, en su amor y entrega a la Vida, él que no poseía nada dio de comer y beber al mundo.
          Solamente tuvo tres años, para transmitir nuestra función en la Vida como seres humanos.
Nosotros hemos creado las religiones alrededor de sus experiencias directas y personales, nos pueden ayudar, pero, poseemos tanto, que estamos perdidos buscando: el Loto, el Amor, la Vida, y lo hacemos en las palabras que nunca pronunciaron, en lo que nunca hicieron, en sus vidas. ¿Cómo encontrarlos, si la realidad es que es lo que somos?
Ellos lo encontraron, fueron lo que eran en realidad: el Loto, el Amor, la Vida, que incluye Todo y no Es Nada. Lo que somos todos, incluso en la búsqueda.


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