Dicen las
malas lenguas, que el Buda le entregó la transmisión del Dharma a Mahakasyapa,
al sonreír este, viendo al Buda juguetear con una flor, o mostrarla en su mano.
¿Qué habría
pasado si no hubiese sonreído?, ¿Qué habría pasado si el Buda no hubiese tenido
la flor?, imaginemos que todos hubiesen sonreído, ¿a quién le habría dado la
transmisión? Con toda seguridad, Mahakasyapa habría obtenido la transmisión.
La realidad
es que el único que no conocía a Buda, que no había estado cerca, ni con el
Buda y que no había visto la flor, era Mahakasyapa.
No teniendo
nada que transmitir, no teniendo nada que enseñar, no teniendo ninguna flor con
la que jugar, que podía hacer el Buda, sin engañar a sus muy amados discípulos.
En su compasión infinita, no transmitió nada: al desconocido, al que no
estaba, al que no deseaba nada, “a Mahakasyapa sonriendo”.
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