Hay un
tratado de genética antiguo, que me parece simple y preciso. En él con pocas
palabras definen el funcionamiento, no solo de la genética, sino del
funcionamiento de la vida en general.
En este libro
se explica: “Así es arriba como abajo, el Todo está en las partes y las partes
están en el Todo”.
Cualquier persona
sabe y las matemáticas lo explican, que una individualidad a nivel teórico,
puede ser dividida en un número infinito de partes. Si miramos o juntamos todas
las partes, sin excluir ninguna, volveremos a tener la individualidad en su
totalidad, si las partes son colocadas en el mismo lugar,
obtendremos la misma forma y si las colocamos de forma diferente, una distinta. Lo que podemos observar es, que incluso si pudiese desaparecer una parte, la unión de todas las demás, sería una individualidad diferente aparentemente, lo que permanecería constante es que sería Toda la individualidad.
obtendremos la misma forma y si las colocamos de forma diferente, una distinta. Lo que podemos observar es, que incluso si pudiese desaparecer una parte, la unión de todas las demás, sería una individualidad diferente aparentemente, lo que permanecería constante es que sería Toda la individualidad.
La genética
de la Vida, es la información de todo lo que ha sucedido, en todos los niveles,
durante todo el tiempo, en todas las individualidades, a lo que habría que
añadir la información de todo lo que no ha sido realizado. Esta información se
escribe en los genes.
Hoy día la visión que se tiene de
la genética es, que será la gran panacea que nos permitirá arreglar y sobre
todo controlar la vida. No pensamos, que la poca diferencia que existe, entre
las secuencias de ADN de las diferentes especies, puede ser debido a que
pertenece a la Vida Infinita y al igual que dos pasamanos, que tengan un ángulo de
trillonésimas de grado, pueden darnos la impresión que son paralelos, hasta que
pasados millones de años nos cueste trabajo apoyarnos en ellos.
De la misma manera, el ADN de la
Vida infinita, apenas cambia en unos cuantos miles de millones de años.
Se dice que no hay enfermedades,
sino personas enfermas. Es una verdad más exacta de lo que muchas veces
imaginamos. El resultado de persona enferma, es el final de una secuencia de podríamos
decir “karma” y genética, y no son separables, para cambiar el resultado
futuro, lo mejor no suele ser matar la enfermedad, siempre será más duradero,
crear un resultado de persona sana.
El trabajo
que se está realizando en general, es el de comparar los genes de personas
sanas, con el de personas enfermas; también se comparan las secuencias del ADN de
personas con una misma enfermedad, para ver si hay un gen que coincide,
originando el problema; también las secuencias de personas inmunes a
enfermedades, con las de personas propensas a ellas. Podemos ver, que nuestro
conocimiento no es realmente que podemos leer el lenguaje genético, simplemente
comparamos resultados. Es un gran avance, pero olvidamos que: “las partes están en el Todo”, cambiando
un gen, podemos cambiar o afectar al individuo, al resto de la información genética.
“El Todo está en las partes”, el
resto de la información genética, está afectando
y regulando el funcionamiento de ese gen. Un gen concreto en un organismo, no
debería ser estudiado separadamente, la información y la relación es en ambos
sentidos.
Por otro lado
solamente hemos accedido a la información, preferentemente física o material. Por
lo que no se tiene en cuenta, la información genética a nivel: mental,
emocional, espiritual, el de inacción o resultados de no haber realizado algo
en cualquier nivel.
¿Cuál será el
efecto que tendrá, una pequeña modificación genética en la Vida, dentro de unos
millones de años?
El otro día,
hablaban de un estudio en el que se relacionaban resultados de personas con
Parkinson y cáncer. En el que habían comprobado, que las personas que padecen
una de las dos enfermedades, son resistentes a la otra.
El cáncer, es
un grupo de células nuestras, que por algún tipo de información equivocada,
atacan al órgano donde se desarrolla, creyéndolo un invasor. O podríamos decir
que nos atacamos a nosotros mismos, al ser una batalla entre dos partes
nuestras.
El Parkinson,
es el olvido de uno mismo, una huida que nos impide poder atacarnos, por lo que
podría ser el motivo, por el cual el estrés causado por nuestras luchas
internas o no aceptación, tiene un punto por donde desaparecer.
Es una pena
que los mares, las tierras, los ríos, el aíre, de nuestro cuerpo Mater, “la
Tierra”, estén siendo destruidos por sus pequeñas células, nosotros.
No debemos olvidar que: “Así es arriba como
abajo, el Todo está en las partes y las partes están en el Todo”. La Tierra es
uno de nuestros Todos, formada por partes, de las cuales, nosotros somos una de ellas,
como células de ese Todo, lo estamos destruyendo. Nosotros somos el Todo de
nuestras partes, ¿por qué no nos van a atacar también nuestras células?
La pena es que el Todo no puede ser destruido, las partes si pueden ser
modificadas, cambiadas o simplemente desaparecer.
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