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Yui Shin

miércoles, 12 de febrero de 2014

SIDNEY (16 - IX - 80)

Antes del comienzo, cuando aun no había Dios, solo Vacío, aquello que está por siempre, la Mente en potencia, no manifestada y sin existencia, siendo lo único que había, sin el otro polo que la haga realidad.
Sin explicación, un pensamiento sale de ella, las vibraciones producidas marcan un comienzo que debe llevar a un fin y comienza la existencia, como consecuencia de este primer pensamiento, de estas vibraciones puestas en un plano inferior, se genera todo lo que conocemos y todos los planos de existencia desconocidos para nosotros, los universos y comienza a formarse el circulo, el ciclo que debe llevar a todo hacia el final, a la no-existencia, con el Vacío como única cosa, sin conocimiento de existencia, incluso de la propia.
Pero nada cambia este Vacío respecto a la idea del Dios Padre, pues la parte que poseemos más común con esta Mente generadora del pensamiento, en el que vivimos, nos hace conocedores de las consecuencias de hasta los más tenues pensamientos que nuestra mente produce. Esto nos proporcionará las penas y alegrías, dándonos el cielo o el infierno, como consecuencia de nuestros actos en una vida y construyendo la base de la futura, saliendo de este circulo por el plano alto (en forma de espíritu, en un grado elevado de vibración), o hagámoslo por el plano bajo o disolución de planos, el final será el Vacío. Solo estos largos periodos, en los cuales, nuestros cuerpos más etéreos, pueden obtener el conocimiento de las consecuencias reales, de nuestro hacer en el plano material de nuestra vida.
Y en ellos, vivir el cielo y el infierno, todo en uno, obteniendo las experiencias que deben ayudarnos a romper el Karma, que nos hace permanecer en este dar vueltas de sucesivas reencarnaciones en la materia.

Una vez en el nuevo plano, todo seguirá dentro de unos caminos semejantes, con reencarnaciones más largas, con diferentes atribuciones, con un campo de experiencias más elevado, pero igual con relación a nuestras posibilidades. Donde nuestras fuerzas son mayores y lo son también nuestras responsabilidades, al final está la integración con la Nada, en una no-existencia de la Mente, que nos dio un origen y en la que terminaremos alguna vez, completando un circulo y aguardando si alguna vez volvemos a una nueva aventura, saliendo de nuevo de esta Mente, que en existencia o sin ella, permanece y permanecerá.


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