Como he
escrito anteriormente soy descendiente de andaluces y nacido en Andalucía. No he
sido consciente, de las historias que me han
contado de la vida allí, puesto que salí siendo niño. Los dueños, los jefes de gobierno, los presidentes de los
cortijos, vendían los cortijos con la gente incluida, cuando querían tener hijos si
su mujer tenía problemas, podía hacerlo con la mujer, hermana, novia o hija de
cualquiera de sus gentes, o se podían apoderar del hijo de cualquiera y hacerlo propio.
Era dueño de la vida de cuanto había en sus tierras y la felicidad del cortijo dependía de que solamente se hiciera la voluntad del Señor o señorito.
Era dueño de la vida de cuanto había en sus tierras y la felicidad del cortijo dependía de que solamente se hiciera la voluntad del Señor o señorito.
Somos descendientes
de árabes, que podían tener muchas mujeres, pero me ha extrañado la actitud de
los navarros, descendientes de reyes ambiciosos que dijeron: “Ese trozo de
tierra es mío con cuanto vive y pasa por él”. Es algo que siempre se ha hecho
así, “soy ambicioso y me adjudico este trozo de planeta”, y si eres fuerte,
capaz de convencer a los demás para que te sirvan, y para engañarlos durante mucho tiempo, pues
ya eres el rey, el presidente o el dios, de todos. Siendo además el dueño, si
alguien te incordia pues le cortas la cabeza, con el exclusivo fin de evitar
que piense, o le das alojamiento en una de tus cárceles. Esto continúa así,
hasta que viene otro más ambicioso y fuerte que tú, entonces te mata y se queda
con todo.
Durante estas
guerras por los ricos valles navarros, muchos huyeron a refugiarse en las
impenetrables montañas del norte Ibérico. Cuando se crearon pueblos en ellas,
pensaron que no querían: ser amigos de sus vecinos, hermanarse y unirse a
ellos, ni tan siquiera llamarse o crear un nombre común. Les pagaron un dinero
al rey cercano, dándoles igual de donde fuera y que aceptara defenderlos de sus vecinos, los aviesos y
perversos navarros, y se llamaron a sí mismos
vascos, olvidando los reinos de donde habían huido.
Navarra,
España, Iberia, Imperio Otomano, Europa, la Tierra, son nombres dados por la
ambición de alguien de poseer un trozo del Universo, para lo cual han hecho un
mapa y trazado unas líneas: “Todo cuanto hay dentro de estas líneas me
pertenece”, igualito que en los cortijos
de mi tierra, ¡perdonadme!, de su tierra, los dueños, los presidentes, los políticos,
los reyes o jefes de estado. Yo en mi ignorancia todavía pienso que he nacido,
viviré y moriré, siendo: Libertad, Universo, Vida.
Lo que me ha
impresionado, es la capacidad de olvido de los navarros, no se si ha sido
debido, a que han permitido, que la ley de educación vasca penetre en sus
centros para deseducarlos, adoctrinarlos y hacerles adictos a ETA, o
simplemente han sido los acólitos etarras los que han entrado como educadores. Y
me parece meritorio, que hayan olvidado la clase de alimañas inhumanas,
asesinos, extorsionadores y el trato que dan a quien duda, quiere pensar, o
desobedecer, lo que es simplemente aconsejado por ellos.
La gente
adulta es libre de convertirse en lo que desee. Pero dejar que los hijos sean
adoctrinados, inhumanizados, adoctrinados y enseñados para asesinar a sus
padres si dudan de la absoluta verdad etarra, me parece demasiado olvidar.
Que la
nobleza, antigüedad y honra del pueblo navarro, sean puestas a disposición de
los asesinos y acólitos de ETA, que reconozcan que siempre han sido vasallos de
los gloriosos e inexistentes reyes vascos, que vendan su alma al inhumanismo,
que estén dispuestos a ofrecer en sacrificio a sus hijos y doncellas, a las monstruosas
alimañas, sedientas de muerte y sangre de ETA, me parece tal capacidad de perdón
y olvido, que solamente puede ser practicada de rodillas y con los pantalones bajados
o con la falda subida.
Soy un
soñador, en mi inocencia y confianza de que las gentes podemos llegar a ser
personas y alcanzar la humanidad, os mando un saludo y un abrazo, porque a
pesar de todo confío en vosotros y aún más, sigo confiando en los vascos.
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