La mayor
parte de mi vida laboral, había transcurrido entre máquinas, hasta la vuelta a
España, que tras aprender la reflexología podal, me dediqué a trabajar con las
personas.
Al principio
y con muy pocos pacientes, la parte principal fue desarrollar mi método. En él
confluyeron el instituto donde había estudiado, lo que había aprendido con mi
Maestro, algo de medicina china, y mi filosofía acerca de la vida.
No había
transcurrido mucho tiempo, cuando al preguntarme una persona: “para qué es buena la reflexología”,
porque había visto un programa en TV. Mi contestación fue que: “para pagar
facturas, que al menos hasta ese momento, había podido comer y pagar lo poco
que gastaba”. Se sorprendió un poco, mi comentario fue que: ella debía solamente,
estar atenta, para qué le venía a ella bien, y que si algún día creía que no le
aportaba lo suficiente, que buscase otra terapia, que la única medicina buena
es la que te va bien a ti.
Ha sido un
poco mi actitud a lo largo de los años que he dedicado a las terapias, junto
con el masaje, y hablar con ellos de todo lo que estoy escribiendo, podríamos
decir que ha sido mi método.
Si una
persona no: se lee su manual de fabricación, hace un mal uso de su vida y
cualidades, carga con algo más que su vida, no realiza un buen mantenimiento,
ni vive en la honradez y se guarda cosas que no son suyas, si lo único que hace
es culpar a los demás que no la cuidan, tiene problemas de higiene y al no limpiar
bien los agujeros las cosas que entran y no son necesarias, no pueden salir;
estamos ante un caso de falta de: amor, aceptación y respeto a sí misma.
Consecuencias:
depresiones, baja autoestima, dolores, catarros que te llegan hasta las narices
y te impiden respirar, quejas constantes, autocríticas dañinas, problemas para:
digerir, aprovechar y asimilar lo que te has tragado; sensación de angustia, falta
de flexibilidad y articular su vida. Bueno para mí, tener problemas para
amarse, es la base donde se asientan y crecen nuestros problemas.
Hay varias
historias, que desembocan en una o varias preguntas, que he utilizado para
explicar de manera más gráfica, el origen de los problemas de la persona que
estaba conmigo.
“¿Se ha
comprado esta camisa? La puede: romper, quemar, regalar, guardar o lo que desee,
porque la ha comprado. Ella no se ha vendido, la persona que no: se respeta,
que su autoestima depende de la opinión de los demás, que para no ver su vida
se dedica a vivir la de otros, y hace siempre lo que los demás quieren, para
que le sonrían o digan algo que la haga sentir viva; sí lo hace, ¿qué debería
poder hacer esa gente, con una persona que no ha sido comprada, sino que se ha
vendido?”.
Enseñando un
vaso con agua hasta la mitad, las he preguntado: “el vaso está medio lleno o
medio vacío”, las respuestas han sido varias. Pero nunca: el vaso está lleno o está
vacío. Una mitad llena de agua, la otra de aire, nos resulta un vaso lleno. El que
el aire y el agua puedan estar dentro del vaso, es porque el vaso eternamente
está vacío. Es el vaso de la Vida, incluso cuando no hay nada, acoge el Vacío.
Ante la
desesperación de la mayoría de las personas: por lo que no tienen, por no estar
o ser lo que desean, porque no saben, por tanto y tanto como les gustaría ser,
y la desesperación de no haber alcanzado sus metas. Mis preguntas han sido: “
¿Qué es lo único imprescindible para: aprender algo, ir a un sitio, ser algo, …..?
La mayoría de las veces he oído palabras maravillosas: fe, esfuerzo, confianza,
amor, oportunidad, ….Pero dentro de mi propia simpleza, mis respuestas siempre
han sido: para aprender algo, es imprescindible no saberlo; para ir a un sitio,
es imprescindible no estar en él; para ser algo, lo único imprescindible es no
serlo ahora. Este es el funcionamiento de la Vida, siendo Todo lo que es, no
puede volver a serlo; cuando no lo eres, la Infinitud de la Vida te llevará a
serlo con toda seguridad.
El razonamiento
para estar mal, estaba desmontado, el montar el de estar bien pertenece a la
propia persona.
La mayoría de
nosotros, continuamente vamos a sitios donde no hay nadie. La persona que se
ama, es consciente de que donde ella va, toda la Vida está, porque está ella. Es cuestión de
amarse, el dejar de ver problemas, para ver situaciones para vivir.
Nunca he
pretendido ser un nuevo bastón o apoyo, para quien ha venido, he tenido siempre
la confianza de que ellos podían disfrutar de su libertad. Y les he animado a
que continúen su vida con responsabilidad, construyéndola al vivirla. Encontrando
ese Amor que une lo demás en un Yo, del que somos corresponsables.
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