A veces
cuando leo o veo, explicaciones científicas acerca de mí, de mi cuerpo, de mi
mente, de mi alma, siento, que cada vez es más difícil creer que tantas cosas
puedan estar en mí, que convivan sin tan siquiera darme cuenta. Cuando me
asaltan las dudas, pienso que son cosas de gente que quiere vivir de mi
necesidad de ellos, porque realmente, yo nunca he visto: una célula, una
bacteria, incluso con el miedo que me dan la sangre y las enfermedades, tampoco
he visto órganos, ni virus, ni los bichitos que causan las enfermedades.
En los
momentos transcendentales, me pregunto, ¿si las células son las que me hacen a
mí, si serán ellas como dios?; otras veces, lo que pienso es que si yo no
estuviera, ellas tampoco podrían estar, con lo cual, quien es el dios soy yo. Cuando
no me siento bien, tengo la seguridad de que es por culpa de ellas, que al ser
tantas, hay muchas que no hacen bien su trabajo; cuando estoy más cariñoso,
pienso si seré yo el que no las cuida bien y por eso al final, ellas no están
bien y yo tampoco.
Tras darle muchas
vueltas, he recurrido al viejo truco de echarle las culpas a Dios, como no le
veo, no protesta, no se enfada, pues me quedo tranquilo. Mis células tampoco me
ven, bueno, yo si protesto y me enfado, pero cuando estoy bien, me felicito por
lo bien que me cuido. Yo tampoco veo a mis células, ellas no protestan, ni se
enfadan, cuando me equivoco al cuidarlas. Me estoy sintiendo menos tranquilo,
con este darle vueltas.
En nuestras
vidas, hemos ido evolucionando en nuestra visión de ella. Al principio le echábamos
las culpas a los elementos, posteriormente a los dioses, lo centramos todo en
un único dios, para no tener que pensar, cual de ellos tenía la culpa, al no
desahogarnos adecuadamente con algo tan etéreo, pasamos las culpas a: políticos,
organizaciones de poder, al poder, empresarios, mercados, y a todos los que
consideramos “los otros”, “los demás”. A su vez ellos le ven las culpas: a los
ciudadanos, trabajadores, los demás, los otros.
Nunca he
podido ver que la Vida pida explicaciones, ni a una constelación, estrella, pájaro,
animal o cosa, incluso no me ha dicho nada a mí, tampoco nos ha echado las
culpas de nada. Ella se ha tomado en serio lo de ser Vida, y cuando algo
aparece pues se entrega a lo que sea, sin preguntar ni analizar, y cuando algo
no aparece, le guarda un sitio en su corazón, por si en un momento de la
Eternidad viniese.
Esto me
recuerda mi cuerpo, que sin células, no sería nada, totalmente invisible y que
gracias a las células, puedo hacer y sentir un montón de cosas.
Mis células,
hacen su trabajo responsablemente y lo mejor que pueden, como no pueden verme,
imagino que no lo están haciendo por mí o por alcanzar beneficios, simplemente
son y aceptan, la responsabilidad de ser células.
Mis células
podríamos decir que no son “yo”, y “yo”, tampoco soy las células. Somos ambos
el resultado de lo que somos individualmente, cada uno con su propia
responsabilidad en el resultado final (Yo). No existe la culpabilidad, eso es
nuestra especialidad y los únicos que la vemos, si bien siempre en los demás;
los demás no solamente fuera de nuestra individualidad, también entre nuestras
partes.
El resultado
de la persona que soy a todos los niveles, depende tanto de lo que hacen cada
una de mis células, como de lo que hago yo, no somos una dualidad, somos una
Unidad interdependiente. Tanto si soy una persona: enferma-sana, inteligente-torpe,
buena-mala, espiritual-materialista, etc. dependerá del funcionamiento de cada
una de las partes, y de que me compare. La comparación nos sumerge en la vorágine
de la dualidad y la insatisfacción, en la culpabilidad. La Vida solamente
entiende y pide responsabilidad individual y colectiva, no sabe de reproches, sino de aceptación, no pide a otro que cubra o realice su responsabilidad. Nunca
tiene posibilidad de ser mejor o peor, simplemente Es y acepta ser lo que Es
Ahora.
Socialmente, estamos como mi cuerpo, hartos
de echarle las culpas a todos los demás y con nuestras vidas como podemos ver, sin
arreglar lo único que podemos hacer sin esfuerzo, cumplir cada célula con su responsabilidad
Universal.
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