No pretendo molestaros

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Yui Shin

lunes, 24 de marzo de 2014

SINTIENDO LA CULPABILIDAD

          A veces cuando leo o veo, explicaciones científicas acerca de mí, de mi cuerpo, de mi mente, de mi alma, siento, que cada vez es más difícil creer que tantas cosas puedan estar en mí, que convivan sin tan siquiera darme cuenta. Cuando me asaltan las dudas, pienso que son cosas de gente que quiere vivir de mi necesidad de ellos, porque realmente, yo nunca he visto: una célula, una bacteria, incluso con el miedo que me dan la sangre y las enfermedades, tampoco he visto órganos, ni virus, ni los bichitos que causan las enfermedades.
          En los momentos transcendentales, me pregunto, ¿si las células son las que me hacen a mí, si serán ellas como dios?; otras veces, lo que pienso es que si yo no estuviera, ellas tampoco podrían estar, con lo cual, quien es el dios soy yo. Cuando no me siento bien, tengo la seguridad de que es por culpa de ellas, que al ser tantas, hay muchas que no hacen bien su trabajo; cuando estoy más cariñoso, pienso si seré yo el que no las cuida bien y por eso al final, ellas no están bien y yo tampoco.
          Tras darle muchas vueltas, he recurrido al viejo truco de echarle las culpas a Dios, como no le veo, no protesta, no se enfada, pues me quedo tranquilo. Mis células tampoco me ven, bueno, yo si protesto y me enfado, pero cuando estoy bien, me felicito por lo bien que me cuido. Yo tampoco veo a mis células, ellas no protestan, ni se enfadan, cuando me equivoco al cuidarlas. Me estoy sintiendo menos tranquilo, con este darle vueltas.
          En nuestras vidas, hemos ido evolucionando en nuestra visión de ella. Al principio le echábamos las culpas a los elementos, posteriormente a los dioses, lo centramos todo en un único dios, para no tener que pensar, cual de ellos tenía la culpa, al no desahogarnos adecuadamente con algo tan etéreo, pasamos las culpas a: políticos, organizaciones de poder, al poder, empresarios, mercados, y a todos los que consideramos “los otros”, “los demás”. A su vez ellos le ven las culpas: a los ciudadanos, trabajadores, los demás, los otros.
          Nunca he podido ver que la Vida pida explicaciones, ni a una constelación, estrella, pájaro, animal o cosa, incluso no me ha dicho nada a mí, tampoco nos ha echado las culpas de nada. Ella se ha tomado en serio lo de ser Vida, y cuando algo aparece pues se entrega a lo que sea, sin preguntar ni analizar, y cuando algo no aparece, le guarda un sitio en su corazón, por si en un momento de la Eternidad viniese.
          Esto me recuerda mi cuerpo, que sin células, no sería nada, totalmente invisible y que gracias a las células, puedo hacer y sentir un montón de cosas.
          Mis células, hacen su trabajo responsablemente y lo mejor que pueden, como no pueden verme, imagino que no lo están haciendo por mí o por alcanzar beneficios, simplemente son y aceptan, la responsabilidad de ser células.
          Mis células podríamos decir que no son “yo”, y “yo”, tampoco soy las células. Somos ambos el resultado de lo que somos individualmente, cada uno con su propia responsabilidad en el resultado final (Yo). No existe la culpabilidad, eso es nuestra especialidad y los únicos que la vemos, si bien siempre en los demás; los demás no solamente fuera de nuestra individualidad, también entre nuestras partes.
          El resultado de la persona que soy a todos los niveles, depende tanto de lo que hacen cada una de mis células, como de lo que hago yo, no somos una dualidad, somos una Unidad interdependiente. Tanto si soy una persona: enferma-sana, inteligente-torpe, buena-mala, espiritual-materialista, etc. dependerá del funcionamiento de cada una de las partes, y de que me compare. La comparación nos sumerge en la vorágine de la dualidad y la insatisfacción, en la culpabilidad. La Vida solamente entiende y pide responsabilidad individual y colectiva, no sabe de reproches, sino de aceptación, no pide a otro que cubra o realice su responsabilidad. Nunca tiene posibilidad de ser mejor o peor, simplemente Es y acepta ser lo que Es Ahora.

          Socialmente, estamos como mi cuerpo, hartos de echarle las culpas a todos los demás y con nuestras vidas como podemos ver, sin arreglar lo único que podemos hacer sin esfuerzo, cumplir cada célula con su responsabilidad Universal.


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