No pretendo molestaros

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Yui Shin

lunes, 7 de abril de 2014

A MI ABUELO

          Hace años que mi idea de la muerte, ha sido un poco contraria a las de uso común.
          No ha sido algo que derivó de mi práctica del Zen, más bien y mirando hacia atrás, creo que las ideas sobre ella y otras que tenía entonces, acerca de la esencia de Dios y la Vida, lo que finalmente dirigió mi vida hacia ella.
          Mi primera experiencia fue el ver a mi madrina horas antes de morir, fue un gran impacto, el ver la muerte de cerca con unos cuatro o cinco años. Murieron posteriormente otras personas cercanas, pero es la muerte de mi abuelo, la que verdaderamente marca mi percepción acerca de esta meta que todos
alcanzaremos. Mi relación con él, era muy estrecha, y de amor mutuo, al haber pasado mi niñez y haberme criado en su casa y estar mi madre trabajando.
          Estuve en el pueblo, de Córdoba en su entierro y nada más terminar regresé a Madrid, para trabajar al día siguiente.
          El fin de semana, hice mi vida normal y no vestí de luto, ante la sorpresa de la familia.
          Este poema lo escribí dedicado a él y en esos tiempos, encontré que nadie muere si continua estando vivo en ti. Los cuerpos van y vienen, aparentemente, la vida está continuamente interrumpiéndose, cuando miramos lo que perdemos, no somos realmente conscientes, de cuanto nos han dado esas personas cuyo cuerpo no continua contigo. Incluso quien vive una hora, te ha entregado toda su existencia, una sonrisa, un llanto una mirada que recibida con amor, tienes la oportunidad de mantenerla viva, toda tu eternidad.
          Las personas que viven en tu corazón nunca se van totalmente, solamente su cuerpo, la Vida no es Eterna por si misma, solamente lo es cuando la vivimos Eternamente.
          Cuando echamos de menos la presencia, generalmente estamos pensando en nuestros deseos, sin tener en cuenta que la Vida ha elegido, lo mejor para la otra persona, por mucho que lo dudemos.

    A MI ABUELO  (17 - 1 – 74)
   En aquellos años                                           Por el día eran nuestros paseos,
que fueron mi infancia,                                  en algunos, ¡palos!,
sentado en tus rodillas                                    todavía en los recuerdos
vi pasar la vida,                                              no se han borrado.
que nos traía la esperanza,                               Parece que es hoy
de que quizás llegara,                                     cuando estábamos sentados,
donde tú no llegabas.                                     en la Fuente del Rey
  Recuerdas cuando preguntabas:                   o viendo a Jesús de Nazareno
¿Ves aquella estrella,                                      cogidos de la mano,
esa que en el cielo brilla?.                              llorando cortándome el pelo,
  Sí abuelo.                                                     por ti sujetado,
  Es la tuya.                                                    aún más profundo,
 ¿¡Mía abuelo!?, ¿¡mía!?.                               en el pensamiento,
  Sola en el cielo,                                            lo llevo grabado.
como posada en tu mano,                                Ahora me dicen:
miraba asombrado,                                        ¡tu abuelo ha muerto!,
la que más relucía.                                         pero se que es mentira
  Después, juntos en el lecho,                         pues sigues a mi lado,
una vez acostados,                                         con todos estos recuerdos,
contabas miles de batallas                              los callados y otros olvidados.
de moros y cristianos,                                      Cuando por última vez
en las que tú,                                                  fuimos paseando
valiente entre los valientes,                            a ver al Nazareno
con tu sable en la mano,                                 cogidos de la mano,
ciento a ciento,                                               te llevaba a ti
los ibas degollando.                                       como me habías enseñado,
  Con estas historias de miedo,                       ahora te digo, ¡hasta luego!,
aún, por la emoción temblando                      sigues estando a mi lado.
miraba el envainado sable,
colgado en lo alto,
por la mañana soñando.


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