Hace años que
mi idea de la muerte, ha sido un poco contraria a las de uso común.
No ha sido
algo que derivó de mi práctica del Zen, más bien y mirando hacia atrás, creo
que las ideas sobre ella y otras que tenía entonces, acerca de la esencia de
Dios y la Vida, lo que finalmente dirigió mi vida hacia ella.
Mi primera experiencia
fue el ver a mi madrina horas antes de morir, fue un gran impacto, el ver la
muerte de cerca con unos cuatro o cinco años. Murieron posteriormente otras
personas cercanas, pero es la muerte de mi abuelo, la que verdaderamente marca
mi percepción acerca de esta meta que todos
alcanzaremos. Mi relación con él, era muy estrecha, y de amor mutuo, al haber pasado mi niñez y haberme criado en su casa y estar mi madre trabajando.
alcanzaremos. Mi relación con él, era muy estrecha, y de amor mutuo, al haber pasado mi niñez y haberme criado en su casa y estar mi madre trabajando.
Estuve en el pueblo, de Córdoba
en su entierro y nada más terminar regresé a Madrid, para trabajar al día
siguiente.
El fin de
semana, hice mi vida normal y no vestí de luto, ante la sorpresa de la familia.
Este poema lo
escribí dedicado a él y en esos tiempos, encontré que nadie muere si continua
estando vivo en ti. Los cuerpos van y vienen, aparentemente, la vida está
continuamente interrumpiéndose, cuando miramos lo que perdemos, no somos
realmente conscientes, de cuanto nos han dado esas personas cuyo cuerpo no continua
contigo. Incluso quien vive una hora, te ha entregado toda su existencia, una
sonrisa, un llanto una mirada que recibida con amor, tienes la oportunidad de
mantenerla viva, toda tu eternidad.
Las personas
que viven en tu corazón nunca se van totalmente, solamente su cuerpo, la Vida
no es Eterna por si misma, solamente lo es cuando la vivimos Eternamente.
Cuando echamos
de menos la presencia, generalmente estamos pensando en nuestros deseos, sin
tener en cuenta que la Vida ha elegido, lo mejor para la otra persona, por
mucho que lo dudemos.
A MI ABUELO (17 - 1 – 74)
En aquellos años Por el día eran nuestros paseos,
que fueron mi infancia, en algunos,
¡palos!,
sentado en tus rodillas todavía en
los recuerdos
vi pasar la vida, no
se han borrado.
que nos traía la esperanza, Parece que es hoy
de que quizás llegara, cuando
estábamos sentados,
donde tú no llegabas. en la
Fuente del Rey
Recuerdas cuando preguntabas: o viendo a Jesús de Nazareno
¿Ves aquella estrella, cogidos de
la mano,
esa que en el cielo brilla?. llorando
cortándome el pelo,
Sí abuelo. por
ti sujetado,
Es la tuya. aún
más profundo,
¿¡Mía abuelo!?, ¿¡mía!?. en el
pensamiento,
Sola en el cielo, lo llevo grabado.
como posada en tu mano, Ahora me dicen:
miraba asombrado, ¡tu
abuelo ha muerto!,
la que más relucía. pero se
que es mentira
Después, juntos en el lecho, pues sigues a mi lado,
una vez acostados, con
todos estos recuerdos,
contabas miles de batallas los callados y
otros olvidados.
de moros y cristianos, Cuando por última vez
en las que tú, fuimos
paseando
valiente entre los
valientes, a
ver al Nazareno
con tu sable en la mano, cogidos de la
mano,
ciento a ciento, te
llevaba a ti
los ibas degollando. como me
habías enseñado,
Con estas historias de miedo, ahora te digo, ¡hasta
luego!,
aún, por la emoción
temblando sigues
estando a mi lado.
miraba el envainado sable,
colgado en lo alto,
por la mañana soñando.
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