Durante los
años que estuve viviendo en Madrid, tras mi vuelta de Japón, un buen amigo, me
invitó con cierta frecuencia a intervenir en unas charlas, que dirigía en una
emisora local. Los temas eran variados, pero siempre sobre: espiritualidad,
salud, temas sociales, y en general temas para el desarrollo de la persona.
Aparte de estos coloquios, también me invitó varios años, a conferencias,
jornadas y charlas, especialmente sobre salud, pero también sobre los otros
temas.
Nunca he podido
hablar sobre temas que hubiese preparado, y en muchas ocasiones, no
sabía el tema a tratar, hasta el mismo momento del comienzo del programa.
Un día me
preguntó, si quería intervenir en unas charlas acerca de “San Juan de la Cruz”,
a lo que contesté que sí, al igual que he hecho a lo largo de este tiempo, a
todas las proposiciones de dar mi opinión, en algún tema importante para mí.
Pienso que es mi deuda, al titánico esfuerzo realizado por mi Maestro, para al
menos, quitarme un poco de las costras que me encerraban cuando llegué a Él.
Debo decir,
que mis conocimientos en esos momentos acerca de San Juan, eran casi nulos.
Pasaron casi los tres meses de tiempo y aproximadamente una semana antes de las
charlas, fui con unos amigos a un mercadillo y supongo que Dios, puso ante mis
ojos, un pequeño libro con los poemas de San Juan de la Cruz, y lo compré.
Leí por
supuesto el libro de poemas y el día que eran las charlas, me presenté y
escuché a los contertulios que hablaban antes que yo. Fue interesante escuchar
las maravillas de sus escritos y su vida, y finalmente llegó mi turno.
Ante todo,
les expliqué a las personas asistentes, mi ignorancia acerca de la obra y vida
de San Juan, con total honestidad, y que comentaría mis impresiones de la
lectura de sus poemas y las diferencias del esfuerzo místico entre occidente y
oriente.
Ante todo,
que había pensado, las dificultades de cualquiera que quisiese por medio de la
mística, unirse o entregarse a Dios, desde una religión y cultura, que te grava
en el alma, la separación entre la divinidad y su creación. Aún reconociendo el
esfuerzo, empeño y fijación de la mente en su meta, la impresión que había
sentido desde su poesía, es que no había trascendido la Unidad con Dios. Es un
logro que requiere un esfuerzo titánico, que partiendo de una creencia de que,
“solamente Dios puede salvarte y acercarte a Él, despertando tu espíritu, que
es un logro que no puedes realizar por ti mismo", es digno de alabanza, incluso,
el haber llegado a esa unidad.
En oriente en
general, la relación entre la creación y sus deidades es diferente a la del cristianismo.
Especialmente lo comenté desde el budismo Zen, y un poco de pasada desde otros ángulos,
incluso de que entre los filósofos griegos había ideas parecidas a ambos
entendimientos.
En Zen la
relación entre el Creador y la Creación, no existe, el Buda, el Dharma y la
Shanga, es una sola unidad. En el cristianismo también la hay en la Trinidad,
en el budismo es con los seguidores, por extensión con la Creación. Un místico y cualquier expresión de vida,
desde el comienzo, es uno con el Buda, no tiene que buscar, ni tan siquiera
unirse a Él. Pero encuentra las mismas dificultades, la mayor diferencia es que
si lo consigue, su logro es el de: “Ser Buda, lo que significa ruptura total de
la dualidad”, el místico cristiano, San Juan, puede llegar muy lejos, con
mayores sacrificios, pero su logro, su meta, su esfuerzo, le ha llevado a: “Ser
Uno con Dios, en donde todavía está perceptible el Yin y el Yang, la dualidad”.
Cuando en una
pareja, uno de los integrantes siente la unión con el otro, o simplemente, ser
uno con …., la pareja pierde un poco de pareja, para ser: dos algos juntos,
unidos, o conviviendo en pareja. El concepto
de pareja, grupo, creación o Creación, es que solamente hay Una. Un coche no es
el … + … + …., más; es Un coche.
Cuando realmente
se realiza que solamente hay ese Uno, no puede haber ni tan siquiera la más
minima percepción de: ser, unión, existir, incluso de si mismo.
Es quizás por
ello, que nos cuesta tanto interiorizar los conceptos de que: Dios es Todo, la
Vida es Todo, Dios y la Creación son Uno, todos estos conceptos son casi, la
culminación de: “la disolución de uno en otro”, el “ser uno en Cristo”, el “ponerse
en las botas de otro”.
En Zen
solamente hay Buda, el Vacío, la Nada. A pesar de ello todavía estamos uniendo el
Yin con el Yang, un trabajo inútil; el Yin y el Yang, nunca han podido estar
separados, son siempre, las dos mitades de: “Una Sola Individualidad”.
Como decía mi
amigo, “Como siempre, independientemente del tema, nos hablará de la Vida”
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