Es difícil resumir
la relación de la madre con su entorno, en ella están las costumbres, las
tradiciones, la educación y su innegable feminidad, Yin en la relación con los
demás y un Yang olvidado, explosivo y peligroso, tanto para ella misma como
para su entorno, en su individualidad.
También hay
diferentes maneras de enfocar el nacimiento del Universo, “un Dios en una noche
de bodas de seis días, que deja el Universo en manos de la Vida, para que lo críe
durante millones de años”, “un Dios desarrollando el germen durante seis días,
y en una explosión (Big Bang), le da nacimiento para que la Madre Vida, lo críe
hasta que sea mayor. En la mayoría de las
filosofías y religiones, hay explicaciones parecidas, “un aspecto masculino, explosivo y breve y otro femenino, que lo engendra y lo cría, permaneciendo en el tiempo”.
filosofías y religiones, hay explicaciones parecidas, “un aspecto masculino, explosivo y breve y otro femenino, que lo engendra y lo cría, permaneciendo en el tiempo”.
La realidad
es que lo masculino, desarrolla lo femenino, y lo femenino desarrolla lo
masculino, alternándose en la Vida un aspecto y otro. Lo que decían los
antiguos, “El Yin engendra el Yang y el Yang al Yin”, es algo más complicado,
pero suficiente por el momento.
El hombre es
la energía que engendra el feto, la madre: engendra, desarrolla, alimenta y le protege,
hasta que está listo para salir al mundo. Al salir, está todavía unido a la
madre, pero es imprescindible que el feto acepte su libertad e independencia,
firmando su acuerdo con la Vida, con una primera respiración, para que Esta le
incluya en su naturaleza de Libertad. El cordón umbilical debe de ser cortado,
no puede nacer un ser que sea dependiente, que no sea por naturaleza libre, es
entonces cuando: aceptando su libertad, independencia y responsabilidad, de la individualidad
que es, surge su primera respiración.
A partir de
ese momento, su única meta es ser totalmente independiente, si tiene hambre lo
exigirá llorando hasta obtener alimento, lo mismo con la atención y siempre
diciendo que está aquí.
La Vida le ha
creado libre, esa será su máxima prioridad, el tiempo que esté en la dualidad
de esta vida. Su conflicto no es el tener libertad, su conflicto nace, de que
se olvida de la base de esta libertad, “la responsabilidad”. Como individualidad
integrada en una familia, un círculo social, un grupo (humano), un planeta; su
trabajo individual es responsable del bienestar y buen funcionamiento de cada
una de sus individualidades.
Pero, ¿y la
Madre?, le ha tenido como su propia individualidad, le ha sentido latir el
corazón como el suyo, y cuando le da la libertad, ¿ha sido capaz de cortar el
cordón de la separación, de la libertad de esa parte suya.?
Acostumbrada a
tener un papel secundario, fuera de la vista y de la valoración, dedicada casi
exclusivamente a la familia, cometió el mismo error que el hombre, al creer que: era el que se encargaba de determinados trabajos, identificándose con su
profesión, y su papel en épocas de guerra, dispuesto a dar su vida, para que
las mujeres pudieran engendrar más ciudadanos. La subsistencia de una tribu,
solamente dependía de si había suficientes mujeres, para engendrar muchos en
poco tiempo, para ello hacían falta muchas mujeres y al menos un hombre, pero
podría incluso buscarse uno en otra tribu.
El hombre ha
sabido siempre, su poca importancia para el mantenimiento de la especie, es
por ello que incluso entre los animales podemos observar, que necesita sentirse
importante en otras actividades o responsabilidades.
La mujer no
ha sabido ver que cumplir como madre, esposa y mujer, no la exime de la
responsabilidad de su propia libertad. No puede olvidar, por dedicarse a inmiscuirse,
vivir y querer organizar las vidas
alrededor, por muy bien que lo haga, que su máxima responsabilidad es su propia vida.
La familia, y
todas las individualidades donde nos integramos, somos corresponsables de
ellas, la responsabilidad nunca puede obviarse sin consecuencias.
Hace años,una señora mayor fue traída
a mi consulta por sus hijos, no podía apenas caminar y tenía muchos problemas
de espalda y otros achaques. En el transcurso de las sesiones, me hablaba de
sus hijos, que no la contaban nada y otros reproches de su relación con ellos. La
dije que es que eran muy malas personas, malos hijos y muy ignorantes. Inmediatamente
me hablo de lo buenos hijos que eran, y su buena situación en la vida. Ante lo
cuál, sorprendido la comenté, de cuál era el origen de su desconfianza hacia
ellos.
Poco a poco, hablamos de que si
ella no se preocupaba tanto, de los problemas que surgían en las vidas de sus
hijos, confiaba que ellos sabrían solucionarlos, se dedicaba a ser feliz
viviendo su vida, sus hijos al verla bien y si no la veían preocupada la contarían más cosas, y que siempre sabrían que estaba allí, para si era
necesaria su ayuda. Poco después, al comentarle un problema, sus hijos se
sorprendieron, al contestarles su madre: que no importaba que ellos sabrían
resolverlo.
En un mes venía sola a consulta y
se iba a pasear por el parque, hasta que su hija salía del trabajo. Al darles
libertad, ella también la consiguió, pudiendo al fin cortar el cordón umbilical,
para poder formar Una familia libre.
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