A lo largo de
mi vida he leído, grandiosas frases que nos hacen un poco más felices, las hay
de dos clases principalmente, las que te animan a exigir de los demás, lo que
te tienen que dar para lograr que seas feliz, y las que te dicen lo que tienes
que hacer. Todas ellas pululan en nuestras vidas, y nos hacen pensar, podemos
leerlas en innumerables libros, verlas en anuncios y especialmente en nuestros
días, en Internet.
A mí
personalmente, una de las frases o
cuento, que me ha enseñado acerca del camino para alcanzar la felicidad, es la
de: “Un día llamó a la puerta un ser
horripilante. … Tras ella llegó un ser angelical, que no podía quedarse porque
no podía estar sin su hermana”.
Aparentemente
no tiene que ver con la felicidad, más bien parece tratar de: la unidad del Yin
y el Yang, la discriminación, los prejuicios por el aspecto o lo exterior y
situaciones de esta tipología.
De alguna
manera lo que me recuerda, es lo
explicado por tantos Maestros acerca de la no: distinción, diferenciación,
elección o enjuiciamiento de ningún aspecto de la Vida, solamente la aceptación
y entrega a todos sus aspectos puede llevarnos a la felicidad.
Si fuésemos
capaces de vivir, mientras dormimos con la muerte, aceptando todos los infinitos
aspectos negativos que existen en nuestra vida dual, por ser imposible
modificar, destruir o impedir, la existencia del Yin. ¿Qué podría
atemorizarnos, hundirnos en el sufrimiento, o sentir que no podemos alcanzar
algo?.
Al nacer,
todos somos agraciados con un boleto, que está premiado con toda seguridad. El premio
es que antes o después, habrá un momento en el que el premio nos será entregado.
No importa cuanto lo desees, o lo rechaces; si estás a la vista o escondido,
indefectiblemente el premio nos será entregado con absoluta puntualidad. Este premio es, la disolución de nuestros agregados, todo aquello que ha nacido en la dualidad es agraciado con la muerte.
A nosotros
vivir así nos parece terrorífico, en cambio, la Vida existe, Eternamente naciendo
y muriendo cada ahora, esa es su Esencia de la Eterna Juventud; su incapacidad
de ser feliz, por Ser Felicidad; el poder existir sin miedo, porque está
eternamente naciendo; porque la muerte al final es simplemente, la preparación
para nacer.
El casero no
tuvo la opción de acoger en su morada a la Felicidad y la Vida, simplemente por
rechazar a su otra mitad, a su hermana, al odiado mal, lo feo, lo que nos hace sufrir
simplemente porque lo rechazamos. Ninguna de ellas puede ser separada de la
otra, la Vida no puede ser modificada, ni destruida una parte por pequeña que
esta sea, ni discriminada por nuestras preferencias. Lo hemos oído desde hace
miles de años y seguimos luchando con la Vida por establecer nuestras
preferencias.
La Vida no
tiene preferencias, por eso no pelea, ella solamente es Infinita y no puede
perder ni una pequeña parte, porque sería el fin de su Infinitud. Es por ello
que siendo Vida, acepta totalmente a la Muerte por hermana, porque cuando la
Vida nace es Vida, y por su naturaleza de Eterna no puede morir. La naturaleza
de la Muerte es morir para que nazca la Vida.
Al no tener preferencias, no discriminar y ser absoluta aceptación y
entrega La Vida es Felicidad. Nosotros como Vida podemos ser Felicidad, simplemente
siguiendo el “Mumonkan”, no teniendo puerta, evitando así abrirla o cerrarla;
viviendo con la mano abierta, con total aceptación, rechazando nada; y sobre
todo viviendo, es lo único que expresa nuestra naturaleza real: VIVIR.
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