Hay algo que
siempre olvido. Cuando hablo acerca de Dios con alguien, independientemente de
si es creyente o no, o es de los que niegan su existencia, se me olvida
preguntar en qué dios cree, o no cree. Olvido que yo hablo de mi concepto de
Dios, como Absoluto o Todo, y que es independiente de filosofías, creencias,
religiones o doctrinas, es simplemente un concepto lingüístico, idiomático.
Todo lo que hay en un Espacio Infinito, formando Una sola Individualidad, se
dice, se pronuncia “Dios”, lo escribo con mayúscula para diferenciarlo de todos
los demás.
Otro de los
conceptos esquivos y que siempre se me olvida también preguntar, es por el
“ego”. Mi percepción de él, es la que entendí de mi Maestro y sobre esa base,
lo he ampliado con lecturas, conversaciones y charlas. Pero cuando leo sobre el
ego que: niegan, describen, pelean, reniegan, culpabilizan, ignoran o quieren
destruir. Me doy cuenta o de que estoy hablando de algo totalmente diferente, o
que estoy aquí porque el Buda es compasivo y no ha querido mandarme de vuelta a
empezar, a ver si soy capaz de hacerlo mejor, o puede que crea que no doy para
más.
En Zen se
habla por supuesto del ego, pero el concepto de él que yo entendí es, que es
creado por la propia idiosincrasia de la dualidad, por la naturaleza dual, que
nos hace ver el “yo y otros”, ese yo que nos separa de los demás es lo que
llamamos ego, no tiene razón de ser o existir, si no creamos separación,
dualidad.
En general, hay
muchos que piensan que el ego es de aspecto negativo, que es un algo, o alguien
con personalidad, y una existencia propia. Es aquel que nos empuja a lo
negativo y el responsable de nuestra infelicidad y falta de altura espiritual. Por
lo que hay que intentar anularlo, destruirlo, arrinconarlo y echarle, no
solamente de nuestras vidas, sino de la Vida misma, es algo que no tiene
espacio, ni lugar en el Universo.
El Buda
enseñaba que no hay tal cosa como algo llamado ego, ni en el ser humano, ni en
el Universo. Algunos Maestros cuando ha sido demandada su ayuda para aliviar
las penas y sufrimientos de la mente o el ego, han dado muchas y diferentes respuestas,
pero no hay memoria de ningún discípulo, que les haya enseñado un ego o una
mente.
La no
existencia de una entidad propia e independiente llamada ego, no quiere decir
que el Buda no supiera que puede ser creado, por los humanos. El resto del
Universo no vive la dualidad de la misma manera que el hombre, todo es
independiente y conserva y realiza su propia individualidad, pero no tienen
conciencia de separación, de estar en conflicto permanente con el resto del
Universo. Es por ello que realizan el principio del Buda, de no existencia del
ego, y pueden funcionar en una individualidad interdependiente, en la que cada
una está al servicio de las demás y las demás de cada una. Formando un Todo en
el que cada una cumple con su función, con su responsabilidad. Podríamos incluso
pensar que hay un ego, que ayuda en las individualidades, y otro Ego que es el
del Todo, la diferencia es que este, “Ego
Grandioso”, sería incluyente y no tendría manifestación propia.
El ego, al
igual que las manifestaciones en el mundo dual, son todas impermanentes y según
el budismo, pertenecen al mundo de Maya o irreal. Son todas creaciones mentales
en la dualidad de un mundo irreal, en contraste con el real que es el Mundo de la Naturaleza de Buda, Eterno,
Uno, y existente como Vacío o Nada.
El ego no es
nuestra parte positiva o la negativa, pertenece a las dos, como creación
nuestra, al vivir en la dualidad de separación, de lucha, intereses, sensación
y deseo de poseer, y ver nuestra vida en un caparazón propio y separado del
resto del Universo. Este caparazón que nos aísla incluso de nosotros mismos, es
una irrealidad, creada por nosotros y que solamente puede existir, mientras nosotros
le alimentemos con nuestra percepción equivocada de la vida.
Es nuestro deseo de ignorar, combatir,
destruir, percibir o dejar de hacerlo, o simplemente usarlo para bien o para
mal, la energía que necesita el ego para seguir teniendo parte en nuestras vidas.
Ignorarlo o aceptarlo, es lo que le da existencia aunque sea irreal. Es viviendo
en el Amor, trascendiendo la dualidad, siendo Nada, cuando el ego no tiene
donde agarrarse, donde obtener energía para existir. Porque solamente se puede
ser realmente Nada siendo Todo, no hay sitio, para un yo o un tú o vosotros,
solamente un Yo, que no sabe de Sí mismo.
Esto es lo que yo entendí, de mi
Maestro, los errores son míos.
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