El otro día hablábamos
de “la Vibración de Amor”, o la teoría vibracional de la Vida. Donde sus
diferentes expresiones, son los múltiples niveles de vibración percibidos en un
espacio o universo.
La Vida en su
Unidad Dual, de Yin-Yang, podríamos decir, que tiene un aspecto de vibración de
frecuencia infinitamente alta, Yang y otro de frecuencia infinitamente baja,
Yin. El Yang tiene una frecuencia tan alta, que no hay espacio entre las ondas
de sonido, resultando en el aspecto Yang del, Silencio. El Yin es tan
infinitamente lento que no llega a sonar la primera vibración, siendo el
aspecto Yin del Silencio.
Esta no
vibración del Yin, en relación a la Vida como Absoluta, es la que le da la
Infinitud, el Yang existe entre las vibraciones del Yin, que al no haber
comienzo o nacimiento, conserva su opuesto de no terminación o muerte.
En su
oscilación o transformación, de un opuesto en el otro, la manifestación de los
universos, mantiene el aspecto de infinitud. La vibración infinita, Yang, va
bajando su frecuencia hacia su transformación o cambio de equilibrio con el Yin.
Mientras que la ausencia de vibración, comienza con una primera vibración que
sería el origen de la vida o los universos que conocemos, como vida dual.
En este
recorrido de un opuesto hacia el otro, el Yang de la Vida, se manifiesta entre
dos vibraciones del aspecto Yin, o muerte. Al ser una frecuencia ascendente y
otra descendente, el número de expresiones de vida que se van manifestando son
siempre infinitos, pues no hay ningún aspecto o expresión de Vida que pueda
perder su Infinitud.
El infinito
de cada expresión o nivel vibracional, estaría marcado por el espacio entre dos
ondas del Yin, en la que se realizaría, que una existencia está naciendo con la
onda, manifestándose entre las dos y transformándose en una nueva sin poder
llegar a morir, con la llegada de la siguiente. Por lo que en el mundo dual, su
existencia sería percibida entre las dos ondas del sonido Yin, conservando su
eternidad en una continua transformación o podríamos llamarlo renacer.
La Vida como
manifestación, oscila entre las vibraciones de las dos polaridades de infinito,
sin poder perder su condición de Silencio.
Dentro del
mundo físico o material, la importancia de las vibraciones, es que de una
manera u otra son las que determinan, el estado de cualquier manifestación de
vida, no solamente su estado, sino también su condición. Esto no solamente se
realiza en la vida desde la vibración, también puede aplicarse al de las energías,
al de los planos o cualquier otro, incluso a los científicos. La Vida siempre
es interdependiente, con cualquiera de sus aspectos manifestados o no
manifestados.
En la salud
lo que se aprecia es, el equilibrio entre los diferentes aspectos o
individualidades y si es el que se quiere o está de acuerdo con lo que se espera
o desea.
Dentro de
cualquier individualidad, por grande o pequeña que sea, existen o coexisten, un
número infinito de individualidades, que trabajan y dedican su existencia, a la
formación, desarrollo, defensa y mantenimiento, de la individualidad en la que están
integradas. Siendo esta individualidad, el resultado, del equilibrio existente
en la manifestación de todas ellas.
Cada célula,
cada órgano, cada átomo de nuestro cuerpo, tiene su propia vibración. Pero cada
pequeña partícula de nuestra mente, de nuestras emociones, de nuestra alma, o
de cualquier componente de nuestra individualidad, igualmente tiene su propia y
única frecuencia vibracional.
Nosotros somos
la sinfonía de esa partitura, toda sonando al unísono, que muestra nuestro ser
y nuestra salud, en este preciso momento. En un ahora eterno que no puede ser cambiado.
En cualquier otro momento, nuestra sinfonía
será diferente, pues, “todo es impermanente”, y es en el cambio en una de
nuestras notas, en el cambio vibracional, de una célula, de un órgano, incluso de
nuestro entorno, como puede ser cambiada para otro momento, el sonido de nuestra
sinfonía, pero mientras suene, siempre habrá alguna nota que altere el equilibrio.
De una manera u otra, solamente nuestra partitura original, nos permite que no
haya posibilidad de desafinar, nuestra Sinfonía como Vida, como Silencio
acogedor y aceptador de todo sonido, del Infinito Sonido del Silencio, nuestra
repudiada y querida Nada.
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