Cuando nos perdemos en el análisis,
la comprensión, la desmembración de las partes o la comparación entre la
realidad y nuestros conceptos o expectativas, de lo que las cosas deberían ser,
entramos en el mundo de Mara, del engaño, la frustración y la infelicidad, no
por ser el mundo de Mara, sino por nuestra forma de percibirlo.
Fuketsu un
Maestro Zen, tuvo esta entrevista con un monje, recogida en el Mumonkan, un
libro de “Koans”:
Sin palabras, sin
silencio.
Un
monje preguntó a Fuketsu: “Ambos, el habla y el silencio son faltas que se
cometen cuando comienza la acción interna de la mente y la acción externa de la
mente. ¿Como podemos escapar a estas faltas?”
Fuketsu observó:
“Siempre recuerdo la primavera en Konan,
Donde las perdices cantan;
¡Cuan fragantes las incontables flores!”
Un precioso
poema, que trae a la memoria del Maestro Fuketsu, sus paseos por Konan, en el
sur de la isla de Shikoku en Japón.
Tratando de
vivir de acuerdo a los conceptos, principios y reglas establecidas; observando
y comparando lo que vivimos, con lo que deberíamos o nos gustaría vivir;
entendiendo que vivir es una pelea, una lucha contra el resto del universo, un
intento de ser quien controla el entorno y a los demás, hemos llegado a un
punto en el que difícilmente podemos observar el funcionamiento: equilibrado,
fluido, natural, perfecto y armónico de la Vida en todos y cada uno de los Universo.
El monje y
nosotros, hemos percibido como una falta, un problema los sucesos diarios del
devenir de la vida. Mirando que cuando hacemos algo o lo dejamos de hacer,
nuestra mente está siempre analizando, comparando y juzgando, nuestra acción o
inacción en respuesta a las circunstancias y si nuestra decisión ha sido
correcta o incorrecta.
Hay siempre
un error en ver todo agrupado y como una sola individualidad. La cabeza, el
corazón, los pies, incluso la ropa, las emociones y el pensamiento, todo es
parte de nosotros, de ese yo único. Ese “yo” tiene un presente, un ahora en el
que realiza una acción, que no es posible separar de su propio ser, por lo que
es natural que la acción muestre la naturaleza de quien la realiza.
Hay siempre
un error en ver todo separado, formando individualidades independientes. Cada individualidad
tiene su ahora, pero todas las individualidades están a su vez formadas por un
número infinito de individualidades más pequeñas, por lo que cada ahora en una
individualidad determinada, está formado por un numero de infinitos ahoras de
cada una de sus individualidades.
En el cuerpo
cuando vemos algo, sucede que llega la luz reflejada por lo que vemos al ojo,
pasa al cerebro, el análisis es comparado con otras visiones, produce una
sensación, esta una emoción que origina un pensamiento, es una secuencia de
ahoras que nosotros percibimos como nuestro ahora.
El monje se
pierde analizando, si la mente le impide o lleva a realizar algo, porque
percibe la interacción de las diferentes partes como en lucha, separadas, en un
deseo de controlar. Es nuestra vida diaria, el perdernos en analizar sin vivir,
en peleas en lugar de armonía.
Fuketsu, hace acción del recuerdo, trae
todo su pasado y lo hace presente, resucita lo que estaba muerto y perdido en
el tiempo, hace palabra el pensamiento, y todo se realiza sin romper o
desarmonizar el Silencio.
“Siempre recuerdo la primavera en Konan,
Donde las perdices cantan;
¡Cuan fragantes las incontables flores!”
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