Sigo con los
obreros en casa, así que os repito un escrito publicado el 30/9/13.
Desde antiguo
sabemos que cuando el dedo del sabio señala la Luna , el ignorante solo ve el dedo.
Un Maestro
Zen, ante cualquier pregunta, levantaba el dedo índice como respuesta. Un día
al saber que su ayudante le había imitado. Le llamó y al hacerle una pregunta,
este, levantó el dedo imitando al Maestro, que le seccionó el dedo de
inmediato. Ante una nueva pregunta, sumido en el dolor, intentó levantar el
dedo y al notar su ausencia, encontró la iluminación.
Hoy, en
nuestros días, la realidad está determinada por la ciencia y todos sabemos que
podemos tocarla y verla. Aquello que no cumple estos requisitos es irreal o
inexistente.
¿Qué señala
realmente el dedo del Maestro, del Sabio?
¿Qué Luna, es
la señalada y debemos percibir?
La
ignorancia, que se muestra cuando se percibe el dedo, no es muy diferente de la
ignorancia del que percibe la luna. Muchos Maestros a lo largo del tiempo han
recibido numerosas preguntas acerca de este gesto y un gran número de respuestas,
que la mayoría de las veces han sido desechadas.
Una Vida que
está en todo lo que existe y en lo que no tiene existencia, sin embargo no
podemos verla, ni sentirla. Su comienzo es, antes de que existiera un principio
y su tamaño es, el suficiente para aceptar y abarcar Todo.
Luchamos y
nos esforzamos por conseguir lo que no podemos llevarnos, sufrimos por todo lo
que es movido y se mueve por la vida, nos desesperamos por saber qué somos y lo
que la vida es, vivimos perdidos en si son galgos o podencos, en si lo
importante es el dedo o la luna. Nuestro mar de confusiones solo nos permite
arrastrarnos como náufragos en el desierto de nuestro deseo de posesiones.
El problema
de la vida es siempre el mismo, no se puede añadir algo a un lugar ocupado o
que está lleno.
¿Qué puede
aprender quien se llena con su conocimiento?, ¿Qué puede mejorar, avanzar o
cambiar, quien está lleno de sí mismo?, ¿Cómo recibir lo que la Vida nos da, cuando estamos
llenos de deseos y conceptos?
Cada uno de
nosotros somos propietarios de la tierra, del universo, el único condicionante
es el no repartir. En cuanto repartimos, podemos creer que poseemos el trozo
más grande, pero no podremos poseer el Universo entero.
Al final los
que lo desean y los que no, llegamos al lugar donde realmente señala el
Maestro, al lugar de donde salimos llevando nada y volvemos exactamente igual,
con nada que traer, que es, lo que realmente hemos poseído a lo largo de
nuestras vidas, nada.
El dedo del
Maestro señala a la vida, el dedo del Maestro es la Vida , el Maestro es la VIDA. La VIDA es absoluta,
no hay nada que señalar, nada que pueda señalarla, nosotros somos también esa
VIDA, ¿Cómo podríamos poseer algo, siendo TODO?.
Somos
vagabundos en la vida, que es también la Vida , pero nos olvidamos de lo único realmente
importante que tenemos en esta vida física, para alcanzar cualquier meta, “nuestra responsabilidad para con la Vida ”, este es el
compromiso que adquirimos con ella, cuando decidimos aceptar vivir nuestra
individualidad, hacerlo en una vida de libre albedrío, sin ataduras y siendo
totalmente responsables de ello. Este momento es el del corte del cordón
umbilical, con la firma de nuestra primera respiración.
Este es nuestro compromiso y el único
camino a una vida en libertad, ejercer nuestra responsabilidad.
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