No pretendo molestaros

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Yui Shin

martes, 30 de septiembre de 2014

ABRIENDO LA CAJA

          Quién no ha recibido una caja envuelta en papel de regalo y no ha podido contener su ilusión y curiosidad, abriéndola inmediatamente. Tras la apertura, la caja, se ha convertido en una caja de: zapatos, de camisa, de fruta, de reloj, de vino, de ilusión.
          La caja recibe de nombre, determinando lo que es, de aquello que ha recibido en su corazón vacío, que estando en ella, nunca es la caja, a pesar de que denomina su función. Incluso
cuando este objeto es sacado al exterior, la caja sigue siendo denominada por su pasado, por una utilidad concluida, por algo que una vez pasó y existió en su vacío.
          Si alguna vez tuviésemos que estudiar la caja, miraríamos su interior, veríamos qué hay, podríamos diseccionar y analizar los componentes de lo que hay en el interior y diríamos que hay: unas suelas, unos cordones, trozos de cuero cosidos con hilo de naylon, un papel blanco y un tarro con crema de zapatos. Podríamos seguir con nuestro estudio y determinar el tipo de cuero, el color, si el cosido es manual o de máquina, no importa cuantos estudios hagamos del contenido, ninguno podría decirnos nada sobre la caja, que es la que contiene todo lo que deseemos poner dentro.
          A veces es difícil comprender que la caja donde existe el Universo, lo que no tiene es precisamente lo que forma la caja, las paredes, los límites de sus paredes, que hacen que el tamaño de lo que puede contener, tiene necesariamente que ser más pequeño que ella. Generalmente lo que nosotros miramos, es lo que encontramos dentro de la caja y los conocimientos que desarrollamos son para saber qué es lo que hay, pero pocas veces miramos la caja, lo que contiene, lo que permite que el regalo de lo que somos tenga un lugar donde manifestarse.
          En las muñecas rusas, cada una contiene otra más pequeña en su interior, o está contenida en otra mayor, podemos mirarlo desde los dos ángulos. De la misma manera, por muy pequeña que la hagamos, siempre tendrá un punto central donde no habrá nada, por el otro extremo siempre habrá un espacio donde no existe nada, alrededor de la muñeca más grande.
          Las cajas son un poco, como el koan de un Maestro que les pregunta  a sus discípulos: “Si cae un árbol en un bosque y no hay nadie para oírlo, ¿produce ruido al caer?
          Al igual que todos los koan, podemos mirarlo como dualidad o como absoluto. En dualidad, un bosque no solamente tiene que tener un suelo donde crecen los árboles, sino que tiene que haber más de un árbol. Por tanto, siempre habría al menos otro árbol que oiría el sonido y lo podría entender como ruido o musical, según su percepción. De la misma manera, que el Maestro puede preguntar porque hay discípulos.
          Pero, ¿podría oírse un sonido, dentro del Absoluto?, cuando el aíre, la tierra, las plantas, los árboles y los animales, formasen un solo bosque como Unidad indiferenciada, el sonido no tendría opción de existir como sonido, por lo que formaría parte indiferenciada del Silencio, al no poder haber algo o alguien que lo diferenciase del resto.
          El regalo que viene en una “caja de manzanas”, obviamente es manzanas, pero si nosotros fuésemos las manzanas, no podríamos recibir el regalo, porque no podríamos recibir como regalo lo que somos, sabríamos de la existencia de la caja, pero la “caja de manzanas”, no podría saber de nuestra existencia, porque en ella no hay separación entre la caja y las manzanas.

          Nuestra Caja, es la Vida, esa caja que no tiene límites, que no se compone nada más que del interior y del exterior de la caja, la unión del Yin y del Yang. En su interior todo lo que hay es un regalo, pero mientras lo aceptemos, todavía no seremos Vida, permaneciendo escuchando, el sonido de la Vida al caer en el bosque de la dualidad. Es de esa aceptación y reconocimiento del regalo, lo que permite que a veces nos agrade o desagrade, lo veamos necesario o innecesario, y que nos perdamos el mejor regalo el de Ser Vida, dentro de una Consciencia que no percibe o es consciente, de la existencia de un regalo dentro de la caja, porque somos Caja de Vida.


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