Nuestro ser obviamente es todo lo
que somos, no hay ninguna parte, por mucho que nos guste o disguste, que
podamos excluir. Es por ello, que todo aquello que nutre una o varias partes de
nuestro ser, podemos clasificarlo cómo alimento. Llamando alimento a lo que nos
hace desarrollarnos, en cualquiera de nuestros niveles o planos.
Los alimentos
que nosotros contemplamos como principales, suelen ser los que alimentan al
cuerpo físico, de ellos la comida es considerada la más importante, si bien de
los tres alimentos principales del cuerpo, el aire es el más necesario.
Si bien cada
parte tiene su alimento, el que
alimenta, nutre y desarrolla al ser, “es nuestra vida”. Es a través de
ella, que nos alimentamos con nuestras vivencias y experiencias, es nuestra
actitud la que determina cómo vamos a aprovecharla y es nuestra capacidad de
aceptación la que nos permitirá vivir libres, siendo simplemente lo que somos o
vivir cargando con nuestros reproches, deseos, frustraciones, inconformismo o
cualquier otra cosa que no está en nuestro plato (nuestra vida) o bien con
aquello que no hemos asimilado.
A veces,
desearíamos poder quitar del plato, todo lo que consideramos que no es nuestro,
no nos gusta o nos parece inconveniente, pero al igual que pasa con nuestro
ser, que es la integración de todas sus partes; no podemos separar nuestra vida,
de la Vida de la
que somos partes. Lo que percibimos como nosotros, es simplemente el resultado
de su interacción con el resto del universo.
Realmente es
lo que aprovechamos de lo que vivimos, lo que nos alimenta y modifica lo que
somos ahora y se manifiesta en lo que nos hemos convertido, lo que somos en
otro ahora.
Es la actitud
de aceptación, de disfrutar, de aprovechar nuestras vidas lo que contribuirá,
junto con nuestra masticación de cada momento, a convertirnos en aquello para
lo que vivimos.
Y lo que
envenenará nuestro ser, nuestra vida, al igual que con la comida, el veneno no
será la calidad o tipo de vida. Es el quedarnos con lo innecesario, cargar con
experiencias o vivencias que no hemos asimilado, (se han convertido en lo que
somos), lo que nos envenena, independientemente de su calidad.
A través de nuestra vida, somos los
verdaderos constructores de la
Vida , de lo que somos, Yo.
Este artículo fue publicado anteriormente el 6-11-13
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