Estos son
tres escritos de los tiempos viajeros, escritos en la fecha y lugar de la
cabecera, tras pasar por India y antes de llegar a Japón.
HIKKADWUA (5 - 1 -
80)
Encontrar la medida a los
sentimientos, saber decir adiós a un amigo a quien la vida separa de nuestro
camino, conociendo cuanto hemos recibido de su estancia a nuestro lado y lo
poco que perdemos de lo que nunca tuvimos. Sentir profundamente que incluso
este mismo sentimiento es intrascendente, y solo el
producto o efecto de nuestra mente y hábitos de vida, ver que nada somos, nada tenemos y por tanto todo cuanto cruza cerca o arriba en nuestro devenir diario, es algo que es en sí mismo, por cuanto ni es poseído ni se llega a formar fuera de un mundo consciente y de formas perecederas. Sabiendo que no hay nada y viviendo, creyendo que lo puede llegar a haber en un punto lejano de nuestro plano, donde las cosas son vividas sin llegar a formarse.
producto o efecto de nuestra mente y hábitos de vida, ver que nada somos, nada tenemos y por tanto todo cuanto cruza cerca o arriba en nuestro devenir diario, es algo que es en sí mismo, por cuanto ni es poseído ni se llega a formar fuera de un mundo consciente y de formas perecederas. Sabiendo que no hay nada y viviendo, creyendo que lo puede llegar a haber en un punto lejano de nuestro plano, donde las cosas son vividas sin llegar a formarse.
HIKKADWUA (5 - 1 -
80)
Caminando, tratando de encontrar
la flor que le diera la felicidad, aquella que nunca muere, aquella que crece
en un árbol siempre florido, en el valle al otro lado de las altas montañas.
Llegó un día en el que el sol brillando en lo alto, le dio la bienvenida al
valle de los mil caminos, donde los pájaros cantan al sol y al viento, los
grillos, la luna y el propio viento moviendo los sonidos, incluso el suyo
propio, de paz y música llenan el espacio.
Encontró y recorrió los caminos, se sentó al pie de los árboles para ver
si sus flores morían y tras duro caminar, encontró su flor, la tomó en las
manos, y contempló horrorizado como moría.
Todo en él vibró en un
escalofriante shock, lloró la perdida de todo cuanto para él fue la vida y
quiso verla por última vez, abrió los ojos, para verse rodeado de flores, sol,
árboles, pájaros y música nueva.
KUTA (20 - V - 80)
¿ Por qué lloran los muertos?.
Dicen que los muertos están llorando por un mundo que han perdido, en su mundo
flotando, sabiendo que volverán, para encontrar lo que les vamos dejando,
nosotros en él metidos, ellos desde afuera mirando, viéndonos en guerras, en
divisiones de terrenos vanos, que nada son sin el hombre, este que tratamos de
individualizarlo, en lugar de ser uno por uno, individuales, viviendo en un
solo campo, nos miramos a los pies y decimos: “este es mi campo sagrado”. Por
eso lloran los muertos, que viven fuera del campo santo.
Sus lágrimas riegan las flores,
donde los cuerpos de unos hombres que estuvieron equivocados, yacen en
sepulturas, en campo abierto o campo vallado, que ninguno sale fuera, solo
adentro, todos vamos llegando, paso a paso, entre suspiros y lamentos, entre
pensamientos vanos, de si quiero o no quiero, solo deseos, no quereles sanos.
Mentes enfermas,
individualización que equivocamos, con: tú allí, esto es mío, aquél es tu país,
quiero vivir separado. Esto ven los muertos y siguen llorando, sobre campos de
batalla, sobre dineros que felicidad no han comprado, así viven con miedo de
volver y encontrarlo como ellos lo hicieron, o peor, como lo dejamos. Sus lágrimas,
sus lamentos, nos dicen sus equivocaciones, las nuestras y los cambios.
Escuchemos en silencio, sus canciones, sus pasos, uno a uno, no, no son dos,
son uno y uno que andan el mismo camino, diferentes, ayudando. Sequémosles las lágrimas,
no nos encontremos un día llorando, viendo nuestro mundo sin rumbo, sin timón y
sin mando.
Si supiéramos de sus lloros de cuerpos descarnados, en un mundo de
sombras, con luces para los visionarios o para aquellos que buscan, u otros que
saben donde debemos encaminarnos.
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