El otro día
veía en una página de R.M. Muiña, una conferencia de una niña mejicana de 11
años si mal no recuerdo, la busque en Youtube y la escuche en otras dos
entrevistas. Me sorprendió sobre todo, su naturalidad hablando y la claridad de
sus ideas, precisamente por su simpleza, recordándonos las bases para la
convivencia que todos hemos olvidado: honor y responsabilidad, relación y
humanidad, diversidad y aceptación, respeto y constancia, educación y valoración
de nuestras raíces. Su nombre es Natalia Lizeth López López, es mejicana de las
de verdad, esto es indígena, si no estoy equivocado de los nahuas, de la zona
de Veracruz.
Como pasa en
Australia con los aborígenes, en Nueva Zelanda con los maoris, en Estados
Unidos con los indios, y en tantas tierras conquistadas, los nacionales son los
que llegaron y a los que estaban se les llama: aborígenes, nativos, indígenas,
son cuestiones de la semántica.
Podría ser
solamente esta niña, pero hay muchos niños que están adelantados a su edad, en
conocimiento, madurez y sobre todo en sentido común. Malala de Pakistán, que
saltó a la popularidad por una circunstancia vergonzante para los llamados
adultos, pero hay muchos niños llamados prodigio, que son utilizados por los
mayores y para cuando son adultos y podrían estar ayudando a la humanidad, están
en partidos políticos o centros de poder, adulterados y corrompidos por la
marea inhumana o mal llamada humana.
En estos días
entre los muchos desencuentros sociales, está el del Ébola en España, muchos
protestando primero, por el peligro de traer a los misioneros enfermos, ahora
porque una enfermera tuvo un error humano y se ha contagiado. Algo que nos
debería unir para buscar una solución, pero que es más fácil, exigir que lleven
a otro lado el problema.
Los sindicatos
protestan por la preparación de los médicos y personal sanitario, para tratar
con esta enfermedad, con lo fácil que habría sido, con todo el dinero que
Europa nos ha dado para cursos y no se sabe donde ha ido, haber dado esos
cursos, no solamente para el Ébola, sino para cualquier enfermedad altamente
contagiosa. Al menos los habría preparado para saber, que si has estado
atendiendo enfermos altamente contagiosos, a la menor señal ir a un sitio especializado
o a tu centro de referencia.
La comunidad
científica, por lo que parece, en pleno o al menos una mayoría, aconsejó que no
se trajese a los misioneros por el peligro que entrañaba para la sociedad. Proponían
que fueran atendidos en los grandes centros de salud, de los países donde habían
enfermado, porque quienes habían decidido libremente ir a ayudar habían sido
ellos, y no era prudente intentar sanarlos en España.
Me pregunto,
con las subvenciones que hay en el mundo para investigación, cómo es posible
que las enfermedades raras o que no afectan al primer mundo, que no interesa a
los laboratorios desarrollar, porque no hay grandes beneficios, no son
investigadas por los que reciben el dinero de los ciudadanos, ¿Qué hace la
comunidad científica con el dinero de las subvenciones, si las medicinas son
siempre caras, porque los que desarrollan los remedios son los laboratorios?
Los políticos
de la oposición, dicen que se han bajado las subvenciones, tampoco se ha notado
cuando estaban más altas pero, ¿Cuál ha sido una de las causas esgrimidas para
hacerlo? La ruina en la que ellos habían dejado al país. Y yo me pregunto, ¿alguien
mira los resultados de las subvenciones, o al menos cómo son utilizadas?
Tenemos subvenciones
de todos los países, donativos, colectas, condonaciones de deuda, ayudas, a los
países pobres, a las ONGs que trabajan en esos lugares y con esas personas, ¿alguien ha calculado alguna vez cuanto dinero es entregado a toda esa gente y no me refiero a los pobres?, ¿hay alguien que mire los resultados, en qué y cómo se usan, el dinero y las
ayudas.?
Se dice que
hacen falta no recuerdo cuantos millones de euros, para paliar el Ébola en África,
creo que no llega a lo que ha desaparecido sin que nadie se de cuenta, en los
ERE y los cursos de formación, esos que podrían haber preparado al personal
sanitario y a tanto parado, para seguir manteniendo a sus familias.
Es triste y al mismo tiempo curioso, que
con tanta gente preparada, tanto superpolítico, financieros, científicos,
superempresarios, que sea una niña como ella dice discriminada por ser aborigen,
o mejor dicho, autenticamente mejicana, una estudiante de primaria de once años, que por
alguna misteriosa razón tiene la capacidad de pensar por sí misma, la que nos
recuerde las razones para una buena convivencia: honor y responsabilidad,
relación y humanidad, diversidad y aceptación, respeto y constancia, educación
y valoración de nuestras raíces. Gracias Natalia, Malala y tantos niños, por recordarnos, que sin amor,
honestidad, responsabilidad y constancia, no pueden crecer los valores para
convivir como seres humanos.
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